En relación a la decisión ¿Favorecer cambios en el sistema democrático? esta es una opinión de Leopoldo Gonzalo

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Esta es mi opinión de experto

La democracia (etimológicamente, gobierno del pueblo) es, a un tiempo, un sistema de elección de quienes han de ejercer el gobierno de una entidad política, como el proceso a través del cual éstos han de materializar el mandato recibido de sus electores. 


Son concebibles diversas clases de democracia. Para Aristóteles la democracia es una politeia, un régimen político caracterizado porque es el pueblo quien ejerce el poder sobre las diversas magistraturas


Interesa no sólo la consideración que podríamos denominar estática o institucional de la democracia, sino también el comportamiento de la misma en su proceso de funcionamiento. Importan tanto la representatividad e independencia de los poderes del Estado como su control entre los comicios, al objeto de poder verificar el efectivo cumplimiento de la voluntad popular expresada. Puede decirse que la democracia representativa está hoy en crisis, pues dicha voluntad se encuentra secuestrada por los partidos políticos. No es ajena a esta crisis la falta de independencia de los medios de comunicación social, controlados más o menos abiertamente por las instancias del poder establecido.


En primer lugar, debería hacerse cumplir el mandato constitucional que impone la democracia interna en el funcionamiento de los partidos políticos. Sus líderes deberían ser elegidos por sus militantes. En segundo término, es imprescindible una reforma de la Ley electoral que garantice la efectiva representatividad de los diputados en las Cortes Generales. Para ello cabría combinar la elección de un determinado número de ellos a escala nacional, conforme al sistema proporcional, y un número significativamente mayor de diputados según circunscripciones uninominales y sistema mayoritario.


El sistema mayoritario de circunscripción uninominal comporta la ventaja de que cada ciudadano elige un representante político al que recurrir, y éste resulta responsable de su gestión ante quien lo eligió. En tercera instancia, convendría diseñar un nuevo sistema mixto para la financiación de los partidos políticos: público, en relación con los recursos necesarios para que puedan cumplir con su función; y privado, con cargo a las cuotas de sus afiliados, con límites cuantitativos razonables y total transparencia en cuanto a las personas y entidades donatarias. Las subvenciones presupuestarias para fines ajenos a la específica función representativa de los partidos deberían ser suprimidas. Los sindicatos y las organizaciones empresariales, habrían de financiarse exclusivamente  a través de las cuotas de sus militantes y afiliados.


Y, finalmente, por lo que respecta a las retribuciones de los cargos públicos, convendría que quienes los desempeñan las percibieran siempre por un único concepto: los diputados y senadores (si es que el Senado ha de sobrevivir como cuerpo colegislador tras una decidida reforma política), por su condición de tales; los cargos de libre designación en las Administraciones y entidades públicas, por razón los mismos; y los gestores y empleados de los partidos (cuyo número debería reducirse al máximo) sólo por su actividad en ellos. Es cierto que la dedicación a las tareas públicas debe estar remunerada dignamente y en consonancia con la responsabilidad que cada puesto comporta, pues de otro modo se disuadiría de su desempeño a personas capacitadas que, probablemente, se dedicarían a otras actividades más remunerativas; pero también es cierto que en el servicio público debe primar la específica vocación por el mismo frente al interés económico, por legítimo que éste resulte.

 

Los anteriores cambios contribuirían a mejorar la representatividad  de los partidos políticos, pero sería necesaria una profunda revisión de la estructura del Estado, empezando por la supresión del sistema autonímico que, afecta al principio de igualdad. Como también de las instituciones que encarnan los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, con el objeto de garantizar su separación y mejorar su eficacia. La reforma de  órganos de control y fiscalización estatales como el Tribunal de Cuentas, las Comisiones Nacionales constituyen igualmente una tarea insoslayable.

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