En relación a la decisión ¿Bañarse en piscinas cubiertas con aguas debidamente cloradas? esta es una opinión de José María Ordóñez Iriarte

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Esta es mi opinión de experto

Las piscinas constituyen un espacio de recreo muy relevante para la población porque le permite la práctica de un deporte, la natación, que reporta grandes beneficios a su salud. El cloro es añadido al agua de las piscinas para lograr una buena calidad microbiológica y garantizar su uso sin riesgos.

Uno de los riesgos sanitarios vinculados a las piscinas son los microbiológicos provocados bien por la calidad del agua en origen, bien por la contaminación de tipo fecal proveniente de los bañistas. Para minimizar estos riesgos, las piscinas están sujetas a una normativa que, entre otros requisitos, exige la desinfección en continuo del agua. La desinfección de las aguas de las piscinas permite reducir drásticamente la incidencia de enfermedades bacterianas, virales y parasitarias asociadas a su uso.
 
El desinfectante de las aguas de baño más utilizado es el cloro en sus distintas presentaciones: cloro gas, hipoclorito sódico (o cálcico), dióxido de cloro (gas) y más recientemente, los derivados dicloroisocianuratos de sodio, que presentan la ventaja de ser más estables a la temperatura ambiente, en las piscinas abiertas de verano. También comienza a ser frecuente encontrar piscinas que son desinfectadas con bromo (bromato potásico ó sódico) o mezclas de dos desinfectantes como ozono y bromo. La acción germicida del cloro (y del bromo) se debe a sus propiedades como potente oxidante. El mecanismo de acción se ejerce sobre las proteínas de las membranas de los microorganismos.
 
Por ello, cuando en el agua de la piscina se encuentra materia orgánica, se producen reacciones de oxidación que generan los subproductos de la desinfección (SPD) [ó disinfection by-products (DBP en inglés)]. La materia orgánica puede estar contenida en el agua de aporte a la piscina pero también es importante la que aportan los bañistas a través de las cremas protectoras y aceites que usan (más en la época estival y quizá en las piscinas abiertas), residuos de los jabones, sudor, orina y detritos. Además se requiere la presencia de iones como los bromuros (en mayores cantidades en las piscinas que se nutren con agua de mar). El conjunto de subproductos de la desinfección es amplio, pero desde el punto de vista de la salud pública interesan los trihalometanos (THM) y en menor medida los ácidos haloacéticos y las haloacetonas.
 
La concentración de THM que se alcanza en el agua de las piscinas depende de varias variables: dosis del desinfectante, cantidad de materia orgánica presente en el agua, tiempo de contacto y temperatura del agua. Los cuatro THM más importantes son: Bromoformo, Dibromoclorometano (DBCM), Bromodiclorometano (BDCM) y cloroformo. Dada la presión de vapor que presentan (sobre todo el cloroformo), se volatilizan con facilidad pasando del agua, al aire del recinto de la piscina cubierta. Además, la volatilización se ve favorecida por la temperatura del agua, la mayor superficie de contacto agua-aire, la turbulencia del agua que generan los bañistas y la ventilación.
 
La exposición a los THM en las piscinas cubiertas se produce fundamentalmente por inhalación, vía dérmica y, en menor medida, por ingestión. Los potenciales efectos sobre la salud por una exposición continuada a los THM siguen siendo objeto de estudio. De los cuatro THM, el cloroformo y el bromodiclorometano (BDCM) están clasificados por la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC) como posibles cancerígenos para las personas en ciertas condiciones de exposición. En distintos estudios epidemiológicos se ha asociado la exposición prolongada a THM, con un aumento significativo de riesgo de cáncer de vejiga. Sin embargo, con los datos disponibles no se puede concluir la existencia de una relación causal.
¿Cómo reducir la formación de los THM en las piscinas?.

  1. - Nutrirse de un agua que contenga la menor cantidad posible de materia orgánica.
  2. -Evitar aporte de materia orgánica por parte de los bañistas.
  3. -Disponer de adecuados tratamientos del agua del vaso de la piscina.
  4. -Adecuar el recinto a la temperatura óptima y lograr la ventilación y renovación del aire de tal forma que se logren los estándares de calidad definidos, incluidos los relativos a la concentración en el aire de los THM.
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