En relación a la decisión ¿Premiar a los pequeños con dulces y chocolates cuando se portan bien? esta es una opinión de Carmen Martínez González

No

• Carmen Martínez González
• Pediatra. Especialista en Psicoterapia Psicodinámica

Esta es mi opinión de experto

Los premios son estímulos. Cuando un niño hace algo bien o cumple algún objetivo acorde con su edad, el principal estímulo debería ser mostrar nuestra complacencia, ofrecerles máxima atención, alabar lo que ha hecho bien sin caer en excesos que fomenten un ego exagerado. En términos de salud física, los dulces son innecesarios y pueden ser perjudiciales, colaboran en la producción de caries y aportan calorías vacías. No son un veneno (fundamentalismos y prohibiciones absolutas no) .Pueden consumirse ocasionalmente, pero no hay que comprarlos ni comerlos con frecuencia, para instaurar hábitos saludables de alimentación desde pequeños.
 
Premiar a los niños con cosas materiales, que se compran (un hábito relativamente frecuente), debería ser una excepción. Cuando es un hábito, el adulto está dando al niño dos mensajes: por un lado que consumir cosas superfluas es un objetivo deseable, y por otro que las gratificaciones deben ser inmediatas y materiales. Fomentamos las bondades del consumismo superfluo y de la inmediatez como actitud en la vida. Sin embargo la mayoría de los aprendizajes como leer y escribir, requieren un periodo árido y prolongado de repetición y esfuerzo antes de ver resultados placenteros. Ninguna virtud o hábito positivo llega por sí solo.
 
Casi todo es fruto de una trayectoria general y mantenida de pequeñas cosas que entrenan para las grandes; la dinámica del premio material e inmediato, dificultará que el niño acepte el esfuerzo diario de los aprendizajes escolares, por ejemplo, que no tienen frutos inmediatos. Los niños tienen que aprender a estar orgullosos de sus logros, sentir el placer de las cosas bien hechas como algo valioso en sí mismo. Y esto lo aprenden fundamentalmente cuando las personas que más quieren, los padres en general, devuelven con su actitud y sus palabras, a modo de espejo, una imagen positiva y valiosa de si mismos.