En relación a la decisión ¿Practicar el trueque? esta es una opinión de Caterine Galaz Valderrama

Sí

• Caterine Galaz Valderrama
• Especialista en movimientos sociales y grupos sociales

Esta es mi opinión de experto

El excesivo acento en el intercambio monetario que ha llevado a valorizar todos los ámbitos sociales en términos de dinero, ha hecho que muchas organizaciones sociales comiencen experiencias en torno a la autoproducción colectiva, el intercambio de bienes y servicios sin la mediación monetaria, o bien la creación, incluso, de una moneda alternativa.
 
Cada red de intercambio recíproco se fundamenta en ser una plataforma para relacionar saberes, habilidades y diferentes productos que pueden ser intercambiables. Muchas de estas organizaciones crean una unidad de valor para estimar las deudas y los haberes, una unidad que sólo es válida para los participantes de la red local. Esta forma de organización está basada en valores de reciprocidad, cooperación y redistribución.
 
Otro de los fundamentos del trueque es la libertad de elección, ya que cada sujeto opta libremente por participar en un ciclo recíproco de colaboraciones que es público e igualitario. Ya no sólo el sujeto individual o colectivo participa como consumidor sino que además se transforma en productor. Muchas veces esta red se asienta en la proximidad geográfica para garantizar la oferta y la demanda de los servicios y productos, pero también, en ocasiones, se sustenta a través de Internet para mantener el control comunitario en todos los eslabones de la cadena.
 
Como correlato de estas experiencias se desarrolla un nuevo civismo en la vida local, más participativo y democrático; y se acrecienta la autonomía, la autogestión y la valoración tanto personal como de otros sujetos participantes, pues, que en vez de que cada individuo resuelva su situación económica desde la esfera privada, se traspasa voluntariamente a una escena pública, mancomunada donde esta gestión se realiza colectivamente.
En cierto modo, se trata de un desplazamiento de la solidaridad clásica –tradicional y familiar- a una pública, innovadora y en red.