En relación a la decisión ¿Comprender que nadie elige el lugar donde nació? esta es una opinión de Jordi Cussó Porredón

Sí

• Jordi Cussó Porredón
• Presidente de la Fundación Carta de la Paz dirigida a la ONU

Esta es mi opinión de experto

Provenimos de un encuentro entre personas. Todos nacemos del encuentro de un espermatozoide y un óvulo. Nadie pudo determinar la calidad del encuentro que le dio la existencia, ni pudo hacer nada para que ese encuentro fuera distinto: fue como fue, y pertenece al pasado. Somos nuevos, pero nadie empieza de nuevo, partimos de una herencia, de un legado. Hemos de conocer ese legado, sin cualificaciones éticas, porque somos la resultante de ese legado y de ese encuentro.

 Soy la resultante: no escogí nacer, ni hacerlo en un momento dado de la historia ni en un lugar en concreto. No escogí a mis padres, ni el país. Pero la resultante que soy yo, es un sujeto consciente, racional, capaz de memoria, de proyecto, de ética, de amar. Soy la resultante de una génesis en la que amor, generosidad, pero también mal y violencia, pero aún así no experimento el hecho de existir como algo repugnante u odioso, sino que gozo con ser. No podemos olvidar que somos hijos de la Historia con todas sus glorias y sus tragedias. Si no existo, sin esa base, no puedo ser ni hacer nada. No puedo ser hijo, padre, amigo, vecino, estudiante, amante, esposo, esposa, anormal, extraño, extranjero, amigo, enemigo, feo, guapo… No puedo ser nada por la sencilla razón de que no existo. Si existo, puedo ser amar, ser amado, amigo, hijo, esposo, catalán, español, chino…. ¿Y, qué hicimos para existir? Nada, nos fue dado a todos gratuitamente.

 Este don nos iguala a todos los seres humanos, todos lo tenemos, a todos nos ha sido dado, nadie pidió ser, existir. Todo nos fue dado por los demás, porque sin los demás yo no sería. Me dieron la existencia, los conocimientos, habilidades. Si al nacer nos abandonan, morimos. Todo ha sido una acción generosa de los demás hacia mí. Soy fruto de unos otros, que tienen deficiencias, imperfecciones, límites e incluso pecado. Pero sin todo eso no me puedo entender a mí mismo. No me hice a mí mismo, me hicieron ser. Yo no me diseñé, nada tuve que ver en el hacer de mí ser. Hay que tener la humildad de saber decir "sí" a lo que otros hicieron. Yo no era, no soy causa de mi ser, no soy el sostén de mí ser. No tengo en mí la causa de seguir siendo, de la misma manera que no tengo la causa de haber empezado a ser, tampoco de seguir siendo. Soy, pero nada más y nada menos. Este es el don primordial. Lo importante es ser, y eso que soy yo, no es nada más que eso. Esta es la verdadera pobreza, que es a su vez la verdadera riqueza.