En relación a la decisión ¿Creer que mi destino lo dirige Dios? esta es una opinión de Raúl García Pérez

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Esta es la opinión del experto

García afronta la cuestión del libre albedrío desde dos campos: la neurociencia y la teología. Concluye que, si bien existen condicionantes reales a libertad humana, los seres humanos estamos dotados de libertad, y por lo tanto nuestros destinos no puedan estar predeterminados.

La pregunta sobre si Dios decide el destino de los seres humanos está directamente relacionada con la cuestión de la libertad de elección del ser humano, es decir, si somos libre o no. Si efectivamente los seres humanos están dotados de una libertad real, sus destinos no podrán estar determinados por Dios.
 
El Dr. Raúl García Pérez se propone afrontar la cuestión del libre albedrío desde dos campos: la neurociencia y la teología. Sus reflexiones lo llevan a entender que, si bien existen condicionantes reales a libertad humana, los seres humanos son en efecto dotados de libertad, y por lo tanto sus destinos no puedan estar predeterminados.
 
Desde la neurociencia, García aclara que las aportaciones recientes de esta ciencia no pueden ser ignoradas: "Para analizar hoy en día la cuestión del libre albedrío, es preciso investigar el cerebro." Y explica que hay dos grandes puntos de vista en neurociencia: "Los indeterministas, que creen en el libre albedrío y que opinan que algún factor x (el fantasma en la máquina, el alma, la mente o el espíritu), nos permite tomar decisiones o determinar nuestras acciones y hasta nuestro destino, interviniendo e introduciendo cambios en el mundo físico, así como en el camino que recorremos en él. Los deterministas, no aceptan el libre albedrío, creen que vivimos en un mundo predeterminado, a causa del destino, la predestinación o la configuración genética, en el cual toda acción, sea humana o no lo sea, es inevitable."
 
García resume el dilema de la siguiente forma: "La cuestión reside en saber que controla a quién, el cerebro a la mente o la mente al cerebro. Si es el cerebro el que controla a la mente estaríamos en un determinismo, si es la mente la rectora del cerebro, la conclusión es que nuestros actos serían voluntarios y libres."
 
García deja claro que cerebro y mente son interdependientes: "Se puede decir que la mente 'emerge' como una propiedad nueva, no física, aunque su efecto es sobre el mundo físico, en forma de realizaciones sociales, culturales, religiosas, etc., que presuponen el sustrato físico del cerebro y que sin él no existirían."
 
Desde la teología, García recuerda que "El ser humano posee una libertad ontológica, es decir, la libertad forma parte de su ser, que no puede ser explicado, exclusivamente, en términos naturales como intenta hacer la neurociencia."
 
Por eso, concluye: "El diálogo entre la neurociencia y la teología podría concluir con la frase 'somos libres pero menos'; hay condicionantes que nos esclavizan, empezando por nuestro cerebro, y continuando por las coacciones sociales y personales."
 
Para García, es en el reconocimiento de estas limitaciones que Dios puede intervenir: "Y es precisamente en este reconocimiento humilde de que nunca podremos ser enteramente libres, que escuchamos la voz de Dios, nuestro creador, el único absolutamente libre, que nos llama a una auténtica libertad para servirle a Él y al resto de las criaturas."

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