En relación a la decisión ¿Dejar llorar a mi hijo hasta que se duerma? esta es una opinión de Rosa Maria Jové

No

• Rosa Maria Jové
• Psicóloga infantil

Esta es la opinión del experto

En su libro "Dormir sin lágrimas. Dejarle llorar no es la solución", la autora señala que "De poco sirven algunos de los métodos de adiestramiento que se emplean para logar que los niños duerman cuando sus padres así lo deciden, que además dejan nocivas secuelas. No se trata de aplicar unas normas disciplinarias, sino de abordar las diferentes situaciones con afecto y comprensión."
 
"Dormir es un proceso evolutivo que se va adaptando a las necesidades del ser humano. Nadie puede enseñar a un niño a dormir. Los bebés ya saben dormir antes de nacer. No dependen de que nadie les enseñe. Dormir es una necesidad vital, por eso la naturaleza prepara a las personas para hacerlo incluso antes de nacer."
 
Jové afirma que "Tanto niños como adultos tienen despertares nocturnos. La única diferencia es que los adultos dominan la técnica de volver a dormir, los niños aún no, pero lo harán algún día por ellos mismos."
 
"Hay que saber diagnosticar con precisión cada transtorno del sueño. Cada tipo de problema tendrá un abordaje diferente. Hay que desconfiar de métodos que sirven para todo. Se pueden dar errores de diagnóstico. Principalmente se trata de error en la interpretación del comportamiento del bebé, falta de información sobre lo que es normal a cada edad, falta de sincronía entre los horarios de los padres y los niños, y hacer de lo normal un problema sembrando la alarma."
 
"Antes de pensar que un hijo duerme mal es preciso comprobarlo. Es preciso buscar información contrastada sobre lo que es normal a cada edad. Es preciso ponerse muchas veces en la situación del niño. ¿Qué puede necesitar? ¿Qué querrá? Hay que mirar la vida con ojos de niño y no malinterpretar sus peticiones."
 
Según la autora: "Los trastornos del sueño se dividen en disomnias (alteraciones en la cantidad y calidad del sueño) y parasomnias (acontecimientos o conductas anormales durante el sueño como las pesadillas, los terrores nocturnos, etc). En los niños, la mayoría de las parasomnias suelen mejorar si se acuestan con poco cansancio y con poca ansiedad; para ello es conveniente seguir un horario prudente para acostarlos, intentar que estén relajados durante el día y hacerles compañía o dormir con ellos."
 
Los métodos para enseñar a dormir a los niños dejándolos sólos se empezaron a publicar hacia 1950. A partir de ahí, numerosos profesionales los han utilizado. No hay diferencia de éxito entre los métodos que enseñan a dormir a base de dejar llorar mediante una tabla que regula los tiempos de espera y los que simplemente dejan llorar. Sí la hay entre aplicarlo antes de los 18 meses o después.
 
Sostiene la autora que "Los métodos de adiestramiento no enseñan a dormir, solamente provocan un shock emocional que altera en el niño los niveles de las principales hormonas que regulan las emociones. Las posibles secuelas más importantes de estos métodos a corto, medio y largo plazo son: trastornos de ansiedad, depresiones, indefensión aprendida, trastornos del apego, trauma por estrés agudo y síndromes del estres postraumático. Estas alteraciones son reparables, pero no son reversibles."
 
Si a un niño le cuesta dormir o se despieta con frecuencia, Rosa Jové propone unas pautas naturalistas como la lactancia, el colecho y las actitudes responsivas ante el bebé; y también propone unos consejos generales para tener noches más felices: "ser realista en cuanto al número de horas que puede dormir el niño y las interrupciones que puede hacer, rellenar un registro de sueño, averiguar si el niño tiene alguna patología que le provoque la conducta observada, preparar el ambiente adecuado que favorezca la conciliación del sueño, y la atención nocturna, es decir, cuando el niño se despierte, atenderlo pronto, pues el niño para dormir necesita estar seguro."