En relación a la decisión ¿Mostrar desacuerdo con mis padres? esta es una opinión de Emma Motrico

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Esta es mi opinión de experto

A pesar de que hace años la existencia de conflictos entre padres e hijos/as era considerada como índice de disfunción familiar, en la actualidad se ha comprobado que cumple un rol adaptativo en el desarrollo adolescente y en el funcionamiento familiar general.

Como afirma Collins (1997), los conflictos entre padres e hijos/as son propios del proceso evolutivo de transformación de las relaciones que surge en la adolescencia, en el cual los adolescentes, a la vez que negocian con sus padres la transición hacia nuevos niveles de autonomía e interdependencia acordes con su edad, mantienen los vínculos afectivos existentes con ellos.
 
Según plantea la calidad de las relaciones afectivas de los y las adolescentes con sus padres es una continuación de los vínculos de apego establecidos durante la infancia. Los adolescentes que establecieron vínculos seguros con sus padres probablemente serán capaces de iniciar adecuadamente nuevas relaciones sociales fuera de la familia (amigos, compañeros y primeras relaciones de pareja). Pero, aunque inicien nuevas e importantes relaciones afectivas con amigos y parejas, se ha comprobado, según dice, que los y las adolescentes mantienen los lazos afectivos con sus padres, y éstos continúan siendo una de sus principales fuentes de apego y de apoyo emocional.
 
“Por tanto, el grado de afecto que se exprese o se perciba en las relaciones entre padres e hijos es un indicador de la calidad de las mismas.  y de ello depende, en buena parte, el bienestar y ajuste de los adolescentes, tal como han demostrado numerosas investigaciones”, puntualiza.
 
Así, parece claro que existe mayor frecuencia de conflictos entre madres y adolescentes que entre padres y adolescentes, aunque se ha comprobado que las madres continúan siendo durante la adolescencia, al igual que 10 fueron durante la infancia, una fuente de apoyo emocional para sus hijos más  importante que los padres, según la autora.
 
Con la llegada a la adolescencia, aumenta la tensión y el conflicto en las relaciones de los chicos y chicas con sus madres al tiempo que disminuye la expresión de afecto e implicación en la relación con ellas. Por otro lado, plantea la experta las relaciones de los padres con las chicas normalmente no llegan a ser tan tensas como las relaciones entre las madres y los chicos. Esto puede deberse, según Collins y Russell (1991), a que el vinculo afectivo entre las madres y los hijos e hijas suele ser más fuerte que el que éstos mantienen con los padres, probablemente a causa de que las madres son las que tradicionalmente dedican más tiempo a la crianza y educación.

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