En relación a la decisión ¿Ceder fotos y videos en Internet? esta es una opinión de Lawrence Lessig

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Esta es la opinión del experto

Para Lawrence tener libertad de expresión en Internet se relaciona directamente con la posibilidad de compartir contenidos en la red, integrandose en la vida diaria y cambiado las cosas, por lo que tiene efectos más allá de la propia red; efectos sobre la forma en la que la cultura se produce.

Según el autor, nuestro pasado ha estado basado en una cultura libre, pero solamente lo será en nuestro futuro si se cambia el rumbo hacia el que nos dirigimos de excesivo control a favor de las grandes industrias culturales. El autor puntualiza que una cultura libre no es una cultura sin propiedad, del mismo modo que el libre mercado no es un mercado en el que todo es libre y gratuito. Sin embargo, destaca que lo opuesto a una cultura libre es una «cultura del permiso» —una cultura en la cual los creadores logran crear solamente con el permiso de los poderosos o de los creadores del pasado. Señala que si se comprende este cambio, podemos resistirnos a él.
 
Internet, según señala, ha inducido un cambio en la producción cultural y su circulación. “Podemos vislumbrar algo si distinguimos entre cultura comercial y no comercial, y dibujamos un mapa de la forma en la que las leyes regulan cada una de ellas. Con «cultura comercial» me refiero a esa parte de nuestra cultura que se produce y se vende, o que se produce para ser vendida.
 
Con «cultura no comercial» me refiero a todo lo demás. Cuando los ancianos se sentaban en los parques o en las esquinas de las calles y contaban historias que los niños y otra gente consumían, eso era cultura no comercial. La cultura no comercial básicamente no estaba sometida a regulación. Las leyes nunca se preocupaban directamente de la creación o la difusión de esta forma de cultura y dejaban que esta cultura fuera «libre». La ley deja en paz los modos corrientes en los que los individuos normales compartían y transformaban su cultura —contando historias, recreando escenas de obras de teatro o de televisión, participando en clubs de fans, compartiendo música, grabando cintas.
 
Las leyes sólo se centraban en la creatividad comercial”, destaca. Sin embargo actualmente este tipo de acciones “no comerciales” pretenden también ser reguladas cuando se difunden en Internet. Según el autor se ha expandido el control para una enorme cantidad de cultura y creatividad que antes no era regulada, por el temor de las industrias culturales que viven del comercio de los contenidos.
 
De forma creciente somos menos una cultura libre y más una cultura del permiso, puntualiza. Pero a la vez Internet permite que el mercado en la red cambie, se transformen las formas y se puedan compartir muchas elaboraciones personales, lo que ha constituido una amenaza para la industria de contenidos.
 
Según manifiesta el experto, en toda nuestra historia nunca ha habido un momento como el actual, en el que una parte tan grande de nuestra «cultura» fuera «posesión» de alguien. Y sin embargo jamás ha habido un momento en el que la concentración de poder para controlar los usos de la cultura se haya aceptado con menos preguntas que como ocurre hoy en día. Por ello, concluye que es importante que el sentido común de las personas volviera a operar y rebelarse contra las afirmaciones extremas que sustentan la propiedad intelectual.

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