En relación a la decisión ¿Fijar límites a los niños? esta es una opinión de Lluïsa Etxeberria Azkune

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Esta es mi opinión de experto

En general, a todos los padres les preocupa la cuestión de los límites que quieren marcar a sus hijos a la hora de educarlos. Los límites se encuentran en nuestra condición humana, y es evidente que los niños, igual que los adolescentes, necesitan tener límites en algunas de sus actuaciones.

Algunos límites tienen que ver con la salud y sus riesgos: a un niño no le dejamos probar la lejía. Y a menudo están motivados por la convivencia familiar: los establecen los padres con el fin de garantizarla; p.e., si el hijo pone su música a toda marcha y volumen, a cualquier hora del día, se le puede decir: “en casa estamos más personas; por tanto, vamos a acordar qué música y cuándo se pone”. Conviene, según se trate de niños o adolescentes, ir paso a paso en este fijar, marcar o establecer límites y respetarlos, esto es: que sean pocos, los necesarios o suficientes; adecuados (de acuerdo con la edad, la evolución o la madurez...); claros y bien definidos; simples y concretos (si son abstractos son fáciles de olvidar); también que sean razonables, dialogados o negociados entre los miembros de la familia, siempre que se pueda, expresados con firmeza (sin enfado ni agresividad); coherentes y consecuentes, estables y a la vez flexibles ( p.e. no permito que el niño juegue en la fuente de agua durante el invierno para que no se enfríe, pero no tiene sentido impedírselo el verano; se le puede explicar que cambian las situaciones y, por consiguiente, también los límites). Por todo ello, que se puedan revisar y cambiar cuando la situación lo requiera. Y al mismo tiempo que se fijan límites -me refiero a los niños-, con el mayor tacto y sensibilidad posible, interesa que comprendan “el sentido” de aquello que se les ha limitado para que les puedan ser útiles en próximas experiencias. P. e., por motivos de salud física, comer demasiados dulces no es bueno; y por motivos de salud mental, visionar y jugar a juegos violentos con instrumentos inadecuados, tampoco. Los límites, a pesar de que se les supone un carácter coercitivo o restrictivo, tienen un carácter protector, positivo, de contención, y un papel primordial en la educación: dan seguridad en el desarrollo global y son necesarios para el crecimiento saludable, es decir, capacitan para autogobernarse, ser más consistente y flexible al mismo tiempo, y así poder disfrutar de un desarrollo sano.

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