En relación a la decisión ¿Dormir en la cama con los niños pequeños? esta es una opinión de Giuseppe Iandolo
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Giuseppe Iandolo
- Doctor en Psicología del Desarrollo
Esta es mi opinión de experto
Es aconsejable que el niño se acostumbre a dormir en su cuna y en su espacio ya a partir del tercer-cuarto mes y que sea el adulto (que por la lactancia o improvisos despertares del niño) se desplace a su habitación para consolarle, cuidarle físicamente o recargarle afectivamente.
A menudo los niños siguen durmiendo en la cama de los padres más por una exigencia de los padres que del niño mismo. El niño en el primer año de vida busca y necesita cercanía por una cuestión neurobiológica (está indefenso, es completamente dependiente del ambiente y necesita cuidados, consuelo y recarga afectiva). Muchos artículos científicos subrayan que el llanto del bebé es una señal de mantenimiento de la cercanía del adulto, por necesidades biológicas y afectivas, mientras que la sonrisa es una señal neurobiológica también de búsqueda de la cercanía (sólo en un momento en el que no hay una necesidad clara) en vista de posibles necesidades futuras.
A todo esto se suma que durante las primeras fases de desarrollo el niño y los padres pasan por un proceso de separación-individuación que va desde un primer tipo de relación simbiótica (estamos siempre juntos, día y noche) hacia distintas fases de separación temporal y re-acercamiento (voy cuando tu me llamas y me necesitas ya posibles a partir de los tres-cuatro meses). Esto no significa que a veces no se deba volver a dormir en la cama de los padres, de todas formas esto no debería ser una rutina. Durante la fase de re-acercamiento es necesario tener dos camas separadas para que el llanto se vuelva más intencional y empieza a ser más claramente comunicativo (lloro por la noche porque necesito que vengas, mamá o papá).
A menudo los padres seguimos manteniendo nuestro hijo en nuestra cama más por una cuestión de comodidad nuestra que del bebé, como consecuencia tardamos también, después del nacimiento de nuestro hijo, en volver a nuestra intimidad como pareja, alterando la evolución de una intimidad de pareja. Esta intimidad de pareja es tan importante en el equilibrio familiar así como la intimidad con nuestro hijo en un espacio que va progresivamente percibiendo como suyo (su habitación).
