En relación a la decisión Superación personal, ¿ir al psiquiatra o psicólogo si no la consigo? esta es una opinión de Daniel Goleman

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Imagen de Daniel Goleman

Esta es la opinión del experto

Ante situaciones donde nuestros sentimientos, desconciertos y malestares psicológicos nos desbordan, el psicólogo Daniel Goleman señala que además -y quizá antes- de la posibilidad de ir al psiquiatra o al psicólogo es muy importante conocerse, tener conciencia de uno mismo y aprender a manejarse.

En su libro “Inteligencia emocional”, el psicólogo estadounidense Daniel Goleman enseña que la conciencia de uno mismo y la atención a las propias reacciones y procesos puede ser la mejor manera de controlarse y manejar situaciones de estrés y malestar psicológico. Por ello puede decirse que antes de recurrir a un especialista, la persona debe desplegar sus recursos de autoayuda.

 

 “A primera vista tal vez pensemos que nuestros sentimientos son evidentes, pero una reflexión más cuidadosa nos recordará las muchas ocasiones en las que realmente no hemos reparado —o hemos reparado demasiado tarde— en lo que sentíamos con respecto a algo".

 

Agrega que "los psicólogos utilizan el engorroso término metafórico cognición para hablar de la conciencia de los procesos del pensamiento y el de metaestado para referirse a la conciencia de las propias emociones. Yo, por mi parte, prefiero la expresión conciencia de uno mismo, la atención continua a los propios estados internos. Esa conciencia autorreflexiva en la que la mente se ocupa de observar e investigar la experiencia misma, incluidas las emociones".

 

"Esta cualidad en la que la atención admite de manera imparcial y no reactiva todo cuanto discurre por la conciencia, como si se tratara de un testigo, se asemeja al tipo de atención que Freud recomendaba a quienes querían dedicarse al psicoanálisis, la llamada «atención neutra flotante». Algunos psicoanalistas denominan «ego observador» a esta capacidad que permite al analista percibir lo que el proceso de la asociación libre despierta en el paciente y sus propias reacciones ante los comentarios del paciente", señala.

 

Afirma que "la conciencia de uno mismo no es un tipo de atención que se vea fácilmente arrastrada por las emociones, que reaccione en demasía o que amplifique lo que se perciba. Por el contrario, constituye una actividad neutra que mantiene la atención sobre uno mismo aún en medio de la más turbulenta agitación emocional. William Styron parece describir esta facultad cuando, al hablar de su profunda depresión, menciona la sensación de «estar acompañado por una especie de segundo yo, un observador espectral que, sin compartir la demencia de su doble, es capaz de darse cuenta, con desapasionada curiosidad, de sus profundos desasosiegos».

 

"En el mejor de los casos, la observación de uno mismo permite la toma de conciencia ecuánime de los sentimientos apasionados o turbulentos. En el peor, constituye una especie de paso atrá,s que permite distanciarse de la experiencia y ubicarse en una corriente paralela de conciencia que es «meta», —que flota por encima, o que está junto— a la corriente principal y, en consecuencia, impide sumergirse por completo en lo que está ocurriendo y perderse en ello, y, en cambio, favorece la toma de conciencia. Esta, por ejemplo, es la diferencia que existe entre estar violentamente enojado con alguien y tener, aun en medio del enojo, la conciencia autorreflexiva de que «estoy enojado", recalca. 

 

La toma de conciencia de las emociones constituye la habilidad emocional fundamental, el cimiento sobre el que se edifican otras habilidades de este tipo, como el autocontrol emocional, por ejemplo", concluye.

 

Fuente: Daniel Goleman. Inteligencia emocional. Versión virtual. Capítulo IV. Páginas 35

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