En relación a la decisión ¿Apoyar campañas de resistencia ciudadana a los desahucios? esta es una opinión de Jordi Cussó Porredón

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Esta es mi opinión de experto

Hay que apoyar las campañas de resistencia a los desahucios porque señalan y visibilizan problemáticas sociales evidentes. Pero hay que distinguir bien, pues no todas las formas de resistencia legitimas. Nadie puede imponer una alternativa porque la democracia siempre es diálogo de alternativas.

 
Creo que es importante apoyar las campañas de resistencia ciudadana a los desahucios. Hoy en día, es indiscutible que los desahucios son un drama social y que la actuación de las plataformas sociales en contra de los desahucios ha conseguido situar esta problemática en la primera línea de la agenda política. También, es cierto que los partidos políticos no supieron reconocer ni actuar a tiempo ante un tema tan grave como el de los desahucios. En este sentido la PAH ha jugado un papel fundamental y probablemente por eso goza de la simpatía de la opinión pública. De hecho el trabajo de de las plataformas sociales es una muestra del crecimiento de la participación política en los últimos tiempos.
 
Para que una democracia funcione no es suficiente con votar en las elecciones, también se necesitan iniciativas ciudadanas, como ésta de las PAH, porque señalan y visibilizan problemáticas sociales evidente. Sin embargo, no todas las formas resistencia me parecen igualmente válidas. Como explica el economista Francesc Amat, algunas formas de resistencia como el “escrache”, generan dudas, en su legitimidad y en su efectividad. Los escraches no son estrictamente actos de desobediencia civil, sino métodos de presión política. Pero es que además, pueden confundir la denuncia legítima y necesaria de una injusticia flagrante como el drama de los desahucios, con la voluntad de imponer una solución, como si ésta, la dación en pago, fuera la única alternativa. En todo caso hay distintas opciones que pueden contribuir a detener los desahucios, y estas alternativas deben ser discutidas democráticamente.
 
Los métodos de protesta poco articulados pueden contribuir a la confusión y terminar siendo estériles si no distinguen la necesaria denuncia de la injusticia de la discusión y la propuesta de soluciones específicas. El "no hay alternativa" es un tipo de argumento muy peligroso que puede ser utilizado por unos y otros. En realidad, casi siempre es posible discutir las ventajas e inconvenientes de diferentes alternativas. Es cierto que los gobiernos actuales tampoco lo hacen e implementan su política económica, y utilizan reiteradamente el "no tenemos alternativa, nos lo impone Bruselas", pero eso no quiere decir que los movimientos sociales tengan que responder forzosamente con un "nosotros tampoco tenemos más alternativa". La democracia es precisamente diálogo de alternativas.

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