En relación a la decisión ¿Exigir que se dedique el 0,7% del PIB a combatir la pobreza? esta es una opinión de Jordi Cussó Porredón

Sí

• Jordi Cussó Porredón
• Presidente de la Fundación Carta de la Paz dirigida a la ONU

Esta es mi opinión de experto

Hace años se estableció como un objetivo ayudar al desarrollo de los países pobres, para ello decidieron destinar el 0,7 % del PIB de los países más ricos. Hoy, la mayoría de esos países, esa ayuda no pasa del 0,25% y muchos autores consideran que es una ayuda de mala calidad porque los gobiernos que las reciben deben usar el dinero en la compra de bienes y servicios que suministra el mismo donante. Hoy todos somos conscientes que el enriquecimiento de unos se hace a costa de otros.
 
Nuestro bienestar económico se fundamenta en materias primas que hemos obtenido de los países menos desarrollados. Esa obtención se hizo de una manera abusiva, a precios casi regalados y sin crear las estructuras necesarias para que esos países pudieran crecer económica y socialmente. La actual crisis no puede ser una excusa para reducir la solidaridad con aquellos países de la otra parte de mundo, que sin haber participado en ninguna burbuja inmobiliaria o financiera, padecen la crisis con mayor intensidad. Hay que ser conscientes de que esta cooperación al desarrollo no es una acción voluntarista del rico paternalista, sino un acto ineludible de justicia social.
 
Es por justicia que queremos dar ese 0,7% de nuestro PIB. Con frecuencia vemos claro ayudar a los bancos y a los fondos especulativos, pero quedamos insensibles a la causa de miles de personas, que son víctimas inocentes de un crecimiento económico desmedido de nuestros países. La Carta de la Paz dirigida a la ONU, en su punto 8, expresa la necesidad de que “los legítimos representantes de las instituciones que han perdurado en la Historia no son responsables de lo sucedido en el pasado pues ellos no existían. Sin embargo, para favorecer la paz, esos representantes han de lamentar públicamente, cuando sea prudente, los males e injusticias que se cometieron por parte de esas instituciones a los largo de la Historia. Así mismo tienen que resarcir en lo posible, institucionalmente, los daños ocasionados”.
 
Si los Estados y los distintos países tenemos que lamentar algo, eso significa que antes tenemos que detectar el mal causado. Y después en la medida de lo posible resarcir, es decir, restaurar el orden que por una acción que realizamos, ha generado una auténtica injusticia. Resarcir es construir de otro modo, e intentar compensar en el presente esos males cometidos en el pasado, para que no repitamos esos errores. Pues si los integrantes de unos países hoy gozamos de un bienestar económico y social derivado de acciones injustas, realizadas en el pasado en otros países, es coherente que hoy, los ciudadanos de los países ricos, resarzan, en el modo y con los medios adecuados, a los países que padecieron esas injusticias económicas. La cuestión reside en saber si con ese 0,7% reparamos, resarcimos los desequilibrios económicos que generamos en esos países durante tiempos pasados.
 
Porque existen desequilibrios éticos que pueden llegar a ser tolerables, pero el desequilibrio actual entre países ricos y pobres es de tal injusticia, que jamás podrá ser justificado. Si queremos edificar la paz en este siglo, debemos basarla en la justicia, lo cual implica exigir a nuestros países no solo un 0,7% del PIB, sino que seguramente tendrá que ser bastante más.