En relación a la decisión ¿Buscar el éxito económico aunque a veces denigre mi dignidad? esta es una opinión de José Luis González Quirós

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Esta es mi opinión de experto

La felicidad en esta vida depende de muchos factores, pero sobre todo de la propia capacidad de tomar decisiones inteligentes y éticamente valiosas, decisiones que refuercen nuestra libertad y nuestra dignidad.

 
Muchas personas consideran que una vida sin éxito y reconocimiento es una vida vacía, sin apenas valor. Frente a esta actitud, que exagera la importancia de nuestra imagen frente a los demás, está la actitud que busca la tranquilidad de espíritu y la plenitud de la vida en el dictamen de la propia conciencia, en el logro de objetivos valiosos aunque puedan no tener ningún aprecio externo, porque por mucho valor que tengan las cosas de los hombres no hay valor mayor que el de ser hombre y, en especial, el de ser una persona ejemplar.
 
Un caso especialmente llamativo de esta última actitud moral, saber resistir a las tentaciones del éxito y el reconocimiento actuando conforme a una ética exigente, está en el caso de Sixto Rodríguez un personaje casi desconocido del gran público cuyo ejemplo de vida, tan extraordinario como inusitado, ha sido objeto de una película de Malik Bendjelloul que, además de haber recibido un Oscar al mejor documental, tiene todas las condiciones para convertirse en un film de culto: Searching for Sugar Man. La película cuenta la vida de un músico de Detroit de procedencia mejicana cuya obra no alcanzó ningún éxito en los Estados Unidos de finales de los sesenta, pese a que productores y entendidos creían en su indiscutible calidad. Rodríguez publicó un par de álbumes sin apenas éxito y desapareció de la escena, sin pena ni gloria.
 
Por una extraordinaria casualidad una chica americana llevó una cinta con las canciones de Rodríguez a Sudáfrica, por entonces en pleno apartheid, y las canciones se fueron copiando llegando a convertirse en una especie de himno de los blancos disconformes con la situación política de su país. Al final, Rodríguez se convirtió en un ídolo musical en Sudáfrica, pero nunca se enteró de tal cosa en casi treinta años. En Sudáfrica lo daban por muerto en condiciones más o menos extrañas y sus antiguos productores americanos también le habían perdido la pista.
 
Sin embargo, años después un par de periodistas se ponen a investigar creyendo que Rodríguez estaba muerto, pero lo acaban encontrando. Lo llevan a Sudáfrica, él casi no puede creer lo que le cuentan, y ahí empieza una segunda vida de éxito y reconocimiento que tampoco consigue torcer el espíritu recio y decente de Sixto Rodríguez. No hace falta ningún reconocimiento para ser alguien admirable, es más, suele ser un gran obstáculo. El ejemplo de dignidad y grandeza del músico norteamericano, cuyas canciones nada tienen que envidiar a las de Bob Dylan, por ejemplo, es maravilloso, y la película es un documental extraordinariamente bien hecho sobre esta especie de fortaleza y grandeza a la que bien puede aspirar cualquier persona decente y digna, un bien mayor que cualquier fortuna.

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