En relación a la decisión ¿Creer que se celebrará el referéndum previsto por la Generalidad de Cataluña el 9 de noviembre de 2014? esta es una opinión de José Luis González Quirós

No
Imagen de José Luis González Quirós

Esta es mi opinión de experto

No se puede celebrar un referéndum que resulte ser abiertamente ilegal. Los referendums son una excelente prueba de democracia, pero la democracia tiene que basarse en la ley. Sin ley, sin censo y sin respetar los procedimientos no hay democracia posible, y no se puede jugar con eso.

Quienes pretenden contraponer una supuesta voluntad general con el sistema legal vigente están en el derecho de hacerlo, pero lo que no tienen es ningún derecho a inventarse normas inexistentes o a actuar conforme a derechos imaginarios. En una democracia todo puede plantearse y conseguirse, pero debe hacerse siempre respetando los cauces establecidos porque lo contrario constituye una rebelión que nunca puede ser legítima.
 
Es evidente que hay personas e intereses que no tienen inconveniente en jugar con fuego, en contraponer cosas que nunca debieran ser contrapuestas. Cataluña no es ni una nación en sentido político, sobre la piel de toro española solo hay una nación que incluye a todos los habitantes de Cataluña, sea cual fuere su ideología y su opinión, y eso es así porque lo aprobaron todos los españoles, lo que incluye obviamente a los catalanes, por una buena mayoría y ha quedado plasmado claramente en una Constitución, en unas leyes, en unas instituciones y en unos procesos electorales que no se pueden manipular inventando desde una supuesta nueva mayoría unas reglas de juego que favorezcan el proceso secesionista, como no podría hacerse, tampoco para ningún otro propósito.
 
Como no puede existir ese referéndum, todo lo que se hace anunciándolo es pura fantasmagoría política, malas artes para cargar los depósitos de un resentimiento tan artificial como peligroso contra la patria común, contra un hogar de siglos. Esto no quiere decir, desde luego, que los ciudadanos catalanes que lo deseen no tengan derecho a intentar un proceso de secesión, pero no pueden hacerlo saltándose las sendas democráticas, inventando derechos absurdos, como el derecho a decidir, o dando por resuelto el problema que no llegan ni a plantear en términos políticamente inteligibles. Cabe sospechar que no lo hagan porque entiendan que, de hacerlo, no tendrían ni la mayoría necesaria ni la legitimidad que precisan y por eso recurren a procedimientos tan atípicos como quiméricos. Lo lamentable es que en medio de tanta confusión se están creando los climas necesarios para que exista un enfrentamiento civil que debiera evitarse a toda costa. Tal vez crean algunos que por la fuerza puedan conseguir lo que no parece fácil alcanzar por sus pasos legales, pero creo que se equivocan.
 
Desgraciadamente, en España, se han hecho demasiadas concesiones políticas a grupos que no han jugado limpio, que han practicado la violencia o que consiguen ventajas invocando privilegios y excepciones, pero ese modo de tratar los problemas no puede continuar y se hace necesario establecer una política de claridad. Si yo fuera separatista catalán, trataría de forzar a los españoles a que aprueben normas con las que fuera posible plantear mis reivindicaciones, con el riesgo de que, al no tener la mayoría necesaria, no pudiese alcanzar mis objetivos. Esta impotencia me podría llevar a varias cosas, pero no creo racional que a lo que conduzca es a llevar a cabo operaciones de política ficción que inventan derechos inexistentes, mienten sobre la situación económica, imaginan un futuro imposible o reclaman que Europa renuncie a sus procesos de unificación y a sus reglas de funcionamiento para acoger misericordiosamente a la nueva nación catalana, pero yo no soy independentista catalán, es uno de mis muchos defectos.
 
Naturalmente no les niego el derecho a actuar como crean que más les conviene, lo que les niego es el derecho a pretender que los demás actuemos conforme a su santa voluntad y pongamos entre paréntesis nuestras instituciones, nuestra voluntad y nuestra democracia para que ellos puedan conseguir sus caprichos. Me temo que serán mayoría los españoles y los catalanes que estén de acuerdo en que ya está bien de jugar a que como esta realidad no me gusta me pinto otra. La que es tiene sus defectos, pero está viva y no se la puede sustituir por una quimera a gusto de unos cuantos, por mucho que agiten banderas o jueguen al corro.

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Comentarios
Imagen de Iñigo Damiani Moreno
Jueves, 13 de Marzo de 2014 a las 16:14

Pues no será legal, pero en Catalunya cada vez más gente está convencida de que sí se hará.

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