En relación a la decisión ¿Pensar que la "democracia digital" ayuda a la regeneración democrática? esta es una opinión de José Luis González Quirós

No
Imagen de José Luis González Quirós
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Esta es mi opinión de experto

Se trata de un No matizado, pero es que las preguntas obligan a aceptar una lógica tan útil como implacable. Además no me parece buena expresión lo de regeneración democrática, tiene ecos que me suenan muy mal. Sin embargo, estoy muy a favor de nuevas formas de participación, con controles lógicos.

Las democracias se originaron en momentos en que los escasos ciudadanos se podrían reunir en una asamblea, deliberar, elegir cargos representativos y tomar decisiones colectivas. En el mundo de hoy, nada de eso es posible y por eso las democracias han de ser no directas sino representativas. Este tipo de fórmulas supone cierta complicación: sistemas de elección, circunscripciones, plazos electorales, en fin, reglas que permitan crear una imagen coherente y fiable de la comunidad política que se quiere gobernar.
 
Por definición esas imágenes siempre tienen una serie de rasgos artificiales, convencionales, lo mismo que un mapa en el que la anchura de una carretera, de su imagen, no puede medirse con la misma regla con la que se mide la extensión de una provincia. El problema esencial de toda forma de democracia directa es precisamente el que tiene que ver no tanto con las formas de representación sino con los plazos de la legitimidad. Este es un problema muy grave de todas las democracias, es lo que tantas veces se denuncia como electoralismo, que los representantes no se atreven a hacer cosas que creen debieran hacerse por miedo a perder el favor popular que deben renovar en un plazo establecido. Ahora bien, si no hay garantía de un plazo no hay forma alguna de ejecutar un plan que sea mínimamente complejo.
 
Cuando haya una consulta directa se corre el peligro de que los electores voten sin tener en cuenta que las decisiones que votan exigen plazos de ejecución y que, a lo largo, de esos plazos, puede que su voluntad cambie sin que sea exigible que se paralicen los planes en marcha. Dicho por lo corto, no se puede estar votando de manera continua, ni caer en la ingenuidad de pensar que por mucho votar se van a a resolver mágicamente los problemas que se resisten a ser resueltos, que implican decisiones que, casi siempre, benefician a unos pero perjudican a otros. En algunos lugares, como en California, se ha llegado a paralizar la vida política a consecuencia de un cierto exceso en las conductas populares, aunque hay otros lugares, como Suiza, en que las consultas populares son muy frecuentes y se saben aprovechar con inteligencia.
 
Es obvio que las tecnologías existentes permitirían hoy día conocer al segundo el estado de la opinión pública, y someter a su dictamen un buen número de decisiones, pero el hecho de que exista esa posibilidad no garantiza que pueda aplicarse universalmente y permanentemente con provecho para la sociedad. Lo lógico es que ya que tenemos sistemas más sofisticados que el acudir todos a una urna un día determinado se vayan cambiando los sistemas de votación y puedan hacerse más frecuentes y flexibles, pero la decisión sobre el modo de hacerlo es más delicada de lo que a primera vista pudiera parecer, y el hecho es que incluso en los países de democracia más consolidada y avanzada todavía no se han hecho progresos decisivos en este terreno. Se trata de un asunto en el que hay que proceder con cuidado.

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