En relación a la decisión ¿Creer que el arte sirve para algo? esta es una opinión de Juan Malpartida

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Esta es mi opinión de experto

      El arte es una experiencia estética, es decir: no es la mera (y valiosa) experiencia conceptual, sino que, sin dejar de ser idea, forma parte de la percepción: vemos u oímos una obra que supone una dimensión recreativa.

       Hay algo que no podemos saltarnos cuando nos preguntamos por el posible servicio del arte. ¿Sirve para algo la pintura, la música? Si no sirviera para nada habría dejado de hacerse. Desde el arte rupestre, los hombres han pintado de una u otra manera, y no sólo eso sino que ha habido un crecimiento que no ha cesado y que se ha ampliado en las culturas económica y socialmente desarrolladas.
 
        Hay no sólo una necesidad de la representación, sino una necesidad de la representación estética. Nietzsche afiirmó que necesitamos el arte para no morir de tanta verdad, señalando que en la denominada verdad hay una ausencia. Antonio Machado pensó que el arte (la poesía) procede por heterogeneidad, a diferencia del pensar lógico, que procede por abstracción. Lo heterogéneo, según el gran creador de Juan de Mairena, introduce el acento temporal, es decir, el sabor del tiempo, que es un saber más completo que el de la fórmula o el pensamiento lógico. María Zambrano, que también incidió en este tipo de reflexiones, conceptuó el arte como el esfuerzo por la totalidad, así sea la representación de un fragmento. Será un fragmento, pero estará completo. Se podría pensar en una vida sin arte, pero será menos vida... Es la necesidad misma del arte la que nos indica el hecho de su posible eficacia, de su sentido, de la labor que cumple, que sin duda es diversa, pero que en todos los casos contribuye a responder a necesidades afectivas, cognitivas y comunicacionales. El arte, así sea por un instante, nos completa, y en esa "experiencia" se cumple uno de sus más remotas y no explícitas intenciones y sentido.
 
      El arte es una experiencia estética, es decir: no es la mera (y valiosa) experiencia conceptual, sino que, sin dejar de ser idea, forma parte de la percepción: vemos u oímos una obra que supone una dimensión recreativa. A su vez, esta experiencia sensible es algo más que sentidos, es una experiencia mental, en el sentido de que nos hace pensar. La obra de arte incorpora elementos diversos (realistas, simbólicos, alusivos, intencionales) que desafían nuestra percepción y entendimiento y que, si es arte de verdad, logra crear nuestra experiencia al tiempo que responde a preguntas que apenas nos hemos formulado, o lo hemos hecho confusamente. No son preguntas puntuales y por lo tanto no hay respuestas pragmáticas sino que competen a nuestra condición de seres incompletos, o, si se quiere decir de otra forma (diciendo algo distinto): de seres cuyo ser está aliado al desarrollo de la temporalidad. Es decir, a seres marcados por la historia, por el relato, por la imaginación y construcción de lo que son. El ser del hombre consiste, en alguna medida, en no ser, de ahí que los seres humanos seamos inventores, fabuladores, creadores.
 
        A veces en la pregunta por el sentido del arte hay un exceso de búsqueda de significado, una búsqueda de un significado autónomo, ontológico, cuando también podríamos preguntarnos por el sentido del hombre. Aunque quizás una posible respuesta es que el sentido es la existencia. Puesto que existimos, puesto que hay arte y perseveramos en él, es obvio que tiene una utilidad. No sólo perserveramos sino que las facultades que las facultades que hacen posible el arte han sido favorecidas por la evolución.
    Creo que es evidente que todo arte aporta una mayor vivacidad a la experiencia de vivir. Y parece que eso nos gusta y responde a necesidades muy amplias y profundas.
   
 

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