En relación a la decisión ¿Leer a Albert Camus? esta es una opinión de Juan Malpartida

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Esta es mi opinión de experto

Albert Camus apostó por la vida concreta y por la democracia. El rebelde que entrevió, lo es tanto metafísica como socialmente. Frente al pienso, luego existo, de Descartes (tan caro a Sartre), Camus apuesta por un “Me rebelo, luego existo”.

Albert Camus (Argelia, 1913-Francia 1960), fue narrador, autor teatral, periodista y pensador. Su madre, nacida en Argelia, era descendiente de españoles y le enseñó a hablar menorquí y español. Su padre murió en la batalla del Marne, en 1914. Camus obtuvo el Premio Nobel en 1957, a los cuarenta y cuatro años. De origen pobre, pronto destacó por su inteligencia. Pero tuvo otra pasión, además de la literaria: el fútbol, al que se dedicó en su juventud como guardameta, aunque debió de abandonar su ejercicio a causa de una hemotisis que lo acompañó toda su vida. Tras algunos problemas con la censura, deja Argelia y se sitúa en París (1940) donde contrae matrimonio con Francine Faure.
 
Camus desarrolla en la capital francesa un periodismo de resistencia y publica en 1942 la novela El extranjero y los ensayos El mito de Sísifo. Ambas obras expresan una visión de la vida como absurdo, pero no en el sentido existencialista. El personaje de El extranjero, Meursault, comete un crimen sin motivo alguno y sin conciencia de su significado. Es extranjero (extraño) porque es indiferente. La obra de Camus pone en entredicho la causalidad como explicación suficiente. Escrita en un estilo despojado de estética, con frases cortas que recuerdan a los de ciertas novelas americanas de la época (Hemingway, Dos Pasos), El extranjero nos sitúa frente a hechos que parecen proponerse como fragmentos de una realidad que no termina de mostrar su sentido. Muestra el crimen pero lo que vemos no es el mal sino actos cuya ausencia de explicación los sitúa en el absurdo.
 
En 1947 publicó La peste, una suerte de alegoría del terror pero también visión de la posibilidad de la moral. Situada en una Orán sitiada por una enfermedad agresiva, que tiene el mismo nombre que los resistentes franceses usaban para referirse al nazismo, la peste brune, ha sido relacionada con Moby Dick: ambas reflejan una denodada lucha contra el mal. Sólo que en la obra de Camus, es la conciencia de la realidad y la acción consiguiente, encarnada en el médico, Rieux, la que puede otorgar un sentido a la existencia, un grado de dignidad. No se trata tanto de ser héroe como de ser hombre.
 
A diferencia de Sartre, cuya amistad no exenta de reticencias termina en 1951, no tuvo opiniones tajantes en lo político, es decir: era ajeno a todo partido político y a toda moral que pudiera justificar los medios por los fines. No creyó en la revolución, aunque mantuvo, tras la caída del nazismo, una cierta ambigüedad con la URSS, sino en la rebeldía, tema de su libro filosófico El hombre rebelde (1951), que suscitó una notable polémica que enfrentó a la facción de Sartre y a la de Camus. El gran existencialista era un hombre ideológico y en cierta medida abstracto, y no pudo soportar lo que desde siempre fue más o menos evidente: las diferentes tradiciones que informaban su pensamiento y su actitud moral. Sartre defendió los crímenes del comunismo en nombre del bien o la eficacia revolucionaria; Camus apuesta por el rebelde (que a Sartre y los suyos les parecía una figura burguesa): aquel que al decir no puede decir sí, a la justicia, a la libertad. Camus apostó por la vida concreta y por la democracia.
 
El rebelde que entrevió, lo es tanto metafísica como socialmente. Frente al pienso, luego existo, de Descartes (tan caro a Sartre), Camus apuesta por un “Me rebelo, luego existo”, o dicho en términos kantiano: el hombre es un ser moral y en su capacidad para serlo reside su humanidad. Camus estuvo contra la pena de muerte, y en cuanto a la independencia de Argelia, sus sentimientos fueron complejos: francés nacido en el barrio obrero de Belcour, no podía pensar que los franceses nacidos en Argelia pudieran perder sus raíces, y por lo tanto, una Argelia sin europeos. Camus fue un magnífico narrador y un moralista, en el mejor sentido de la palabra: alguien que entiende que nadie es un medio sino un fin en sí mismo.

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