En relación a la decisión ¿Leer La Conquista Social de la Tierra, de Edward O. Wilson? esta es una opinión de Juan Malpartida

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Esta es mi opinión de experto

Nuestra inteligencia y emociones, y nuestro desenvolvimiento social, tienen bases biológicas, aunque no todo esté marcado de antemano. Hacemos con lo que nos hace. Wilson no lo reduce todo a la ciencia sino que la usa para conocernos mejor.

El centro de su meditación de Wilson recae sobre el aspecto social de nuestra condición, que denomina eusociabilidad, apoyado en el altruismo. Esa sociabilidad no excluye sino que integra la individualidad. ¿Qué somos? “Una quimera evolutiva, y vivimos a base de una inteligencia regida por las demandas del instinto animal”, afirma Wilson. Quimera en el sentido de pluralidad constitutiva. Nuestra característica social no es única. Asistimos en esta obra a una exposición de la eusociabilidad dentro del mundo de las hormigas y las termes (Wilson es uno de los mayores mirmecólogos del mundo): es hermosamente inquietante saber que tienen huertos y gestionan poblaciones de ganados, de los que se alimentan. Ayuda a no pensar que somos, como cultura, una estricta singularidad.
 
Quizás el tema central de la obra sea la refutación de la teoría del gen egoísta, teorizada por Dawkins y otros biólogos evolutivos, incluido hasta hace poco el mismo Wilson. Esta teoría, cuyo correlato es la preponderancia en la selección del parentesco, llamada también teoría de la eficacia inclusiva, tras los estudios matemáticos y empíricos realizados con las hormigas no parece ser correcta como teoría general. Resultado: hay una plasticidad fenotípica (algo que pensó Darwin) y el objeto de selección es tanto el individuo como el grupo. Hay instintos sociales creados por la selección natural, es decir, paso a paso y por adaptación. Existe una unidad de la herencia, pero el objetivo de la selección es el rasgo o combinación de rasgos que serán favorecidos o no por el ambiente. La selección natural operaría a multinivel y también de manera estricta (parentesco).
 
¿Pero es todo instinto? Skinner argumentó que el comportamiento es siempre producto del aprendizaje (conductismo). Algunos deterministas absolutos pensaron que todo está en los genes. ¿Qué somos? “Las regularidades heredadas del desarrollo mental común a nuestra especie”. Es decir, las reglas epigenéticas resultadas de la interacción del la evolución genética y cultural. Las reglas epigenéticas son innatas, pero los comportamientos derivados de ellas, no; son aprendidos. Wilson apunta hacia una concepción de la naturaleza humana entendida como el resultado de procesos evolutivos entrelazados (gen-cultura), por ejemplo, la prohibición del incesto. Pero también el habla: es el cerebro el que creó el lenguaje, y según Damasio y su equipo, al hombre mismo. Es decir, en esta relación genética/cultura, lo que los genes prescriben no es un rasgo en oposición a otro “sino la frecuencia de rasgos y el patrón que forman cuando la innovación cultural los hizo posibles”. Hay plasticidad, aunque no en todos los casos.
 
Lo que llamamos cultura “la inventaron los antepasados comunes de los chimpancés y los prehumanos. Nosotros desarrollamos y complicamos lo que nuestros antepasados produjeron mediante evolución hasta convertirnos en lo que somos hoy en día”. Tomassello piensa en esta misma dirección: la diferencia principal entre nuestros parientes más cercanos (chimpacés) y nosotros “es la capacidad para colaborar con el propósito de conseguir objetivos e intenciones compartidos”. La línea evolutiva sería: atención compartida, teoría de la mente: empatía. En cuanto al lenguaje, y siguiendo a Chomsky y Pinker, pero también a algunos críticos de la teoría de la gramática universal, piensa que hay pocas reglas genéticas que guíen el aprendizaje del lenguaje, aunque no niega que existan reglas genéticas para el orden de las palabras. La base genética es previa a la aparición del lenguaje, pero no ha evolucionado –el medio es altamente cambiante- con él. Venimos de una historia evolutiva que tiene 3700 millones de años. Somos una especie biológica. Somos libres, pero todos los procesos de la vida obedecen a las leyes de la física y de la química. ¿Adónde vamos? Depende, en parte, de nosotros: si salvamos al mundo vivo salvaremos con él nuestra posibilidad de dignidad.

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