En relación a la decisión ¿Leer 'Darwin en el supermercado', de Mark Nelissen? esta es una opinión de Juan Malpartida

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Esta es mi opinión de experto

Todos los rasgos llamados humanos tienen una historia evolutiva, hasta nuestra fascinación por la moda. La cultura es nuestra respuesta sin duda más humana, pero no deja de ser, en algún sentido, el modo en que hemos hecho de la evolución (genética) una transmisión social.

        ¿Qué hacen los genes y la evolución en tu vida cotidiana? Mark Nelissen ha escrito un libro divertido y didáctico sobre algunos aspectos de la conducta humana. La cultura no es como esos juegos de muñecas rusas, que dentro de cada una hay otra, igual pero más pequeña, sino una suerte de impulsos apoyados en los instintos cuyos resultados son siempre una variación, a veces máscara o trasgresión.
 
      Pensemos en lo que pensemos (el enamoramiento, los deportes, el acto de pintar o escribir, los roles familiares o laborales) hay en la cadena evolutiva no tanto una explicación de origen como un origen de la explicación. Me explico: el amor (piensen en su cristalización más poderosa) no puede ser dilucidado por los instintos, sexual y gregario, pero sí podemos ver en ellos la fuerza primera sin la cual es difícil que se produzca cierta exaltación pasional hacia el otro. Lejos de ser un reduccionismo, como algunos intelectuales algo precipitados o prejuiciosos entienden, supone una comprensión más real y más amplia, porque, como afirma Nelissen, “nos permite adquirir conocimiento sobre el fundamento de nuestro ser”. También, sobre la gradación de vínculos que nuestra “originalidad” antropológica tiene con el resto de lo viviente.
 
       Es habitual aún pensar que sólo la especie humana mantiene relaciones sexuales sólo por placer, pero es indiscutible que los bonobo (tan cercanos, es cierto, a nosotros) tienen relaciones sexuales para relajarse, crear vínculos y pasárselo bien. También es bueno saber –y deberían atender las mentes más conservadoras, porque esto es realmente conservador- que la homosexualidad, que es la conducta sexual de una minoría, se originó, de manera natural hace millones de años. Todos los rasgos llamados humanos tienen una historia evolutiva, hasta nuestra fascinación por la moda. La cultura es nuestra respuesta sin duda más humana (o la única que nos define), pero no deja de ser, en algún sentido, el modo en que hemos hecho de la evolución (genética) una transmisión social. No olvidemos que el ser humano está adaptado al entorno, pero no a éste, sino al de las sabanas y las tareas de recolección y caza de hace muchos miles de años. A poco que rasguemos un poco el chip surge un gruñido.
 
       Nelissen, biólogo, es también etólogo, por lo tanto un psicólogo de amplio espectro, y a veces me recuerda en este libro al teniente Colombo, porque siempre anda metiendo las narices, de manera algo despistada pero en realidad atenta, en lo que le rodea: siguiendo pistas. Naturalmente, como biólogo que es, no le parece que los genes sólo hablen con el cuerpo y no con la mente: sabe que mente y cuerpo es una sola realidad, aunque no podamos tocar los pensamientos, y se asombra que popularmente aceptemos la evolución aplicada a las plantas y los animales, pero que –ideologías y religiones mediante- pensemos que eso no tiene nada que ver con nosotros. Divertido y aleccionador resulta saber que la generosidad masculina respecto a la mujer aumenta la posibilidad de transmitir los genes (no se enfaden, no es machismo). No es estúpido saber que la oxitocina (una hormona), que en su origen era la hormona del parto y de la lactancia, se fue convirtiendo en una hormona (cuya cantidad oscila en la sangre) social que contribuye a disminuir o aumentar la desconfianza en los otros. En parte, la paranoia, tiene que ver con esta hormona.
 
       Divertido y curioso es el efecto espejo en las personas con afinidades; o pensar en la influencia de la felicidad (que es contagiosa) no sólo de las personas que conocemos sino desde terceros relacionados con éstos. Hay una inclinación a la infidelidad en los varones dependiendo del número de copias del alelo 334. Redes, sin duda. Lea este accesible libre, y observe a su alrededor.

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