En relación a la decisión ¿Leer poesía? esta es una opinión de Lluïsa Etxeberria Azkune

Sí

• Lluïsa Etxeberria Azkune
• Psicóloga. Psicoterapeuta

Esta es mi opinión de experto

La poetisa Miren Agur Meabe dice así: “Hablar de mis poemas es hablar de mí misma, y puede que hablar de mí misma suponga también hablar del lector. En mi opinión, la poesía es como una red que va más allá del poema, atrapando realidades que tienen incidencia en nosotros. El poeta dirige su mirada a la vida (a la naturaleza y a la sociedad, a los sucesos y a las personas, a los espacios lógicos y a los lugares mágicos) y después,  por medio de un ejercicio de asimilación, busca en su interior las palabras que dan cuenta de los delicados tejidos que componen esas “cosas de la vida”. 
 
La poesía está ligada a la experiencia. El poeta juega con las palabras, crea y se recrea, pero también padece; los temas que trata lo delatan; en lenguaje escrito expresa sus ideas y emociones más profundas e intensas  y tiene la intencionalidad de que su voz llegue a la experiencia compartida con los otros, sobre vivencias que son universales. Leyendo  poesía a veces recuperamos sensaciones, pensamientos y sentimientos que, en algún momento, hemos abrigado en nosotros y nos pertenecen; otras veces el poeta nos sorprende con su propio mundo interno, diciendo lo que acaso no sabemos cómo decir, y nos seduce, invitándonos a explorar, a reflexionar, a encontrar nuestro propio paisaje interno, como él mismo lo ha hecho a su manera, a través de imágenes. Y lo hace recurriendo a artificios literarios, más allá de la comunicación habitual, de forma concisa y bella.
 
Leer poesía requiere cierta capacidad de introspección para descubrirnos o redescubrirnos, para recuperar el paisaje interior y los recuerdos a través del tiempo, para conocernos y comprendernos  mejor; también reclama unas condiciones determinadas en el lector, seguramente las mismas que el poeta ha necesitado para escribir, para contactar con su mundo interno y realizar su propia búsqueda: la soledad, la soledad que nos ayuda a conectar con las palabras, a penetrarlas, a dejarnos impregnar por ellas, a reconocer las emociones y vivir los afectos, tanto los que nos pertenecen como los que nos transmiten y sugieren los poetas.
 
Y cada lector se ve enriquecido cuando encuentra el contenido y el sentido que dentro de sí le desvela la poesía.