En relación a la decisión Solución de conflictos, ¿me pongo en el lugar del otro? esta es una opinión de Lluïsa Etxeberria Azkune

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Esta es mi opinión de experto

En el entramado de las relaciones humanas se presentan dificultades en la manera de observar, de entender, de sentir y de hacer, que son la expresión de un conflicto. No quedar atrapados en el conflicto comporta tener la disponibilidad de darnos empatía y desplegarla.

Inevitables son las dinámicas que aparecen en todo grupo humano cuando la contraposición de ideas, de deseos, de intereses, de formas diversas de hacer las cosas, etc. genera malestar y conflicto; no pocas veces quedamos atrapados en mecanismos defensivos que perjudican cosas que están en juego en la relación y son fuente de preocupación. Al posicionamos en un punto de vista personal, único e inamovible, sin hacer el mínimo esfuerzo por sintonizar en lo posible con la visión del otro, nos abocamos a añadir más ingredientes al conflicto, perdemos la oportunidad de flexibilizarnos, de lograr un mayor desarrollo personal y de la convivencia, y consiguientemente, ponemos trabas a la resolución de conflictos.
 
Ahora bien, la comprensión intelectual del otro no es suficiente y sólo podemos captar la complejidad de los sentimientos de las personas a través de la comprensión emocional que llamamos empatía. Empatizar significa compartir, experimentar las emociones de otra persona, sin confundirnos con ella, sin distorsionar ni interpretar desde las propias coordenadas, ni poner imaginación a lo que es suyo. Requiere la capacidad de entender las razones y motivaciones del otro sin compararlas con las normas personales o sociales; poder discriminar y diferenciar, hacernos cargo del estado afectivo, adoptar la perspectiva del otro. Y también precisa la capacidad de percibir las claves verbales y no verbales (emociones, gestos faciales, mímica, posturas corporales…) introspectivamente, sintonizar con el estado emocional del otro “comprensivamente”, ponernos al lado de sus vivencias. Y, uno mismo, tener la disponibilidad para el autoconocimiento, para la toma de conciencia y consideración de las propias emociones a fin de darnos empatía y poder ofrecerla.
 
Querer y saber escuchar es un valor escaso. No es fácil ni cómodo “ponerse en la piel del otro” ni calzarse sus zapatos de otro, si uno mismo no tiene los suyos, ajustados a su pie. Una buena conexión empática es, sin duda, un recurso potenciador a la hora de afrontar y resolver los conflictos, una actitud susceptible de adquirir a condición de que estemos motivados a cuidar las relaciones y nos ejercitemos en “ponernos en el lugar del otro”. Así, estar conectados y atentos a la propia interioridad para escuchar luego, activa y comprensivamente, la realidad y la interioridad del otro, facilita la tarea de buscar salida a los conflictos.

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