En relación a la decisión ¿Obligar a un niño a competir en deporte aunque no quiera? esta es una opinión de M. NEUS CALLEJA FERNÁNDEZ

No
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Esta es mi opinión de experto

Lo que me lleva a contestar con un No a esta decisión es básicamente la combinación de dos de los términos del enunciado: OBLIGAR es el primero y COMPETIR el segundo. Ninguno de los dos es negativo en sí mismo, pero no estoy en absoluto de acuerdo con el concepto "obligar a competir".

Obligar es un verbo que debería restringirse para aquellas circunstancias que son ineludibles y que se deben afrontar queramos hacerlo o no. En nuestro día a día seguro que encontramos más de una ocasión en la que nos hemos visto “obligados” a hacer algo que si hubiéramos podido evitarlo no lo habríamos llevado a cabo. No obstante, debemos aprender a ser responsables y ello comporta asumir obligaciones, que siempre serán más llevaderas si las reconvertimos en un “asumir que libremente optamos por realizar aquello que es ineludible”. Este planteamiento es diferente y, por tanto, nos lleva a ser consecuente con nuestros actos y adquirir el valor de la responsabilidad.
Otra cosa es que nos obliguen a hacer algo que no es imprescindible y que, en el caso de los niños, suele ser consecuencia de un deseo de los padres más que de ellos mismos. Desafortunadamente este hecho lo vemos demasiado a menudo en el entorno del deporte y más exactamente en la competición.
Competir es un concepto que en nuestros días está en un lugar preferente en todos los ámbitos (trabajo, deporte, ocio…). Hemos olvidado hacer las cosas por puro placer, siendo muy frecuente que se introduzca la competitividad cuando ésta no es necesaria o de forma demasiado temprana.
En los niños este hecho es todavía más conflictivo puesto que influye en su desarrollo personal. Practicar deporte es un hábito muy recomendable y saludable en adultos y niños, pero siempre que sea procurador de bienestar físico y psíquico. Obligar a competir puede generar muchos problemas, como altos niveles de frustración o tensión. A menudo vemos que niños que destacan por sus habilidades deportivas acaban rechazando la práctica del deporte porque se les ha inducido a la competición sin que ellos lo hayan decidido libremente. E incluso, aunque no se les obligue, la preparación para la competición debe incluir de forma preferente una supervisión y formación psicológica que les ayude a poder sobrellevar la carga emocional que supone.
Obligar a un niño a competir en deporte aunque no quiera es una fuente segura de problemas en el niño, en los padres y en su relación.

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