En relación a la decisión ¿Realizar amniocentesis? esta es una opinión de Maria Àngels Sánchez Durán

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Esta es mi opinión de experto

La amniocentesis es una prueba de diagnóstico fetal que se administra en determinadas situaciones y siempre a partir de las 15 semanas de embarazo. Es una técnica que, realizada por los expertos correspondientes no debería conllevar un peligro para la madre ni para el bebé.

La amniocentesis es una técnica que se realiza hace más de cuatro décadas, de forma más o menos habitual y que forma parte de las denominadas “técnicas invasivas de diagnóstico prenatal”, por contraposición a las “no invasivas” que serían fundamentalmente la ecografía.

 

Consiste en la obtención de líquido amniótico mediante una punción en el útero a través del abdomen de la madre. 

 

Estas técnicas denominadas invasivas tienen el objetivo de obtener información específica sobre el cariotipo del feto, es decir, la amniocentesis nos proporciona información sobre los genes del futuro bebé.

 

La amniocentesis se debe realizar en base al riesgo potencial del futuro bebé para sufrir determinadas anomalías cromosómicas, es decir en caso de que exista el riesgo, ya sea por la edad de los progenitores, o por la historia de enfermedades genéticas que tenga la familia, de que el bebé sufra una mutación genética que le provoque una enfermedad grave.

 

Esta prueba se debe realizar a partir de las 15 semanas de gestación, ya que la tasa de aborto se relaciona con la aplicación de la amniocentesis durante el primer trimestre del embarazo. Si hubiera que realizar alguna prueba de tipo genético al feto antes de esta edad, se aplicaría, por norma general, la biopsia corial.

 

La amniocentesis se debe realizar bajo control ecográfico, es decir, el vientre de la paciente estará siendo monitoreado para dirigir la inserción de la aguja, seleccionando adecuadamente el lugar de punción, para minimizar los riesgos. Una vez obtenida la muestra se retira la aguja y se mantiene un control ecográfico posterior para monitorear la actividad cardíaca.

 

En general, si se respeta la premisa de edad de gestación, y la del control ecográfico los riesgos de esta intervención son bastante reducidos, aunque existen algunos. La pérdida de líquido amniótico después de la intervención sucede en menos del 2% de los casos y suele resolverse en las posteriores 48 horas.

 

El proceso de esta intervención no suele precisar de anestesia, aunque puede ser opcional, ya que el diámetro de la aguja es tan pequeño que serían más las molestias de un pinchazo añadido para administrarla.

 

En todo caso, la futura madre deberá firmar un consentimiento, y deberá ser informada de los riesgos y las limitaciones del procedimiento.

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