En relación a la decisión ¿Estar dispuesto a despedir en la empresa? esta es una opinión de Mariano Aisa Gómez

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Esta es mi opinión de experto

Habría dos consideraciones a plantearse con rigor, profundidad y toda la ecuanimidad posible, si se quiere actuar con justicia y eficacia en el siempre doloroso proceso del despido de un empleado: ¿Es realmente necesario este despido?¿Cómo plantearlo para causar un menor daño al despedido?

Un empresario o un ejecutivo al frente de un equipo humano ha de tener asumida, con carácter previo, la necesidad de proceder, en algún momento de la vida de la organización, al despido de algún empleado. Las situaciones podrán ser muy distintas, así como las justificaciones tanto de carácter operativo como morales, pero es un hecho que con alta probabilidad, en su condición de empresario o directivo tendrá que afrontar.

Me limitaré a una recomendación de carácter práctico: quien, por sus criterios éticos (por supuesto, legítimos), no quiera asumir esa posibilidad de tener, alguna vez, que decidir un despido, debería renunciar de antemano a sus aspiraciones como empresario o directivo de empresa. Habría 2 consideraciones a plantearse con rigor, profundidad y toda la ecuanimidad posible, si se quiere actuar con justicia y eficacia en el siempre doloroso proceso del despido de un empleado. 

1) ¿Es realmente necesario este despido?

2)¿Cómo plantearlo para causar un menor daño al despedido, y también a la organización? La procedencia de un despido exige, si se quiere compaginar la búsqueda del bien colectivo y el menor daño a la persona afectada, un análisis a fondo. Si se trata de la amortización de un puesto de trabajo, habrá que plantearse la difícil decisión de por qué una persona y no otra con una actividad similar, en que condiciones económicas, (si esas no han sido previamente pactadas o no están reguladas), plazo para que el cese sea menos lesivo, y otras de rango similar.

Si el despido tiene su origen en causas imputables al trabajador, -incompetencia, baja productividad, comportamiento defectuoso-, me parece imprescindible el sopesar en qué medida el entorno ha podido estar incidiendo en la generación de esos problemas. ¿Podría el empleado desempeñar eficazmente su trabajo en otro tipo de actividad, o, simplemente, con un jefe de otras características? ¿Hay, en el fondo, un problema de relación entre personas? Plantearse, a conciencia y con rigor, la procedencia y condiciones de un despido no va a significar necesariamente la garantía de una decisión acertada, (¿acertada para quien?). Pero será cumplir una exigencia, de carácter social y moral, respecto a la persona cuya vida se va a ver afectada, en principio negativamente, por esta decisión. 

Hay otro aspecto en un proceso de despido que, aunque pueda parecer más formal, considero importante el que se atienda con rigor, y que desgraciadamente no se hace así con frecuencia. La manera de plantearle, de comunicarle, el cese a la persona afectada. Es un momento difícil para el despedido pero también sin duda para el que tiene que comunicar la noticia. Eso conduce muchas veces a tratar de evitar, por parte de los responsables de la organización, el "mal trago", el delegarlo a otra persona, o el comunicarlo de una forma despersonalizada o casi rutinaria. Esta forma de proceder es manifiestamente injusta y desconsiderada para la persona cesada, daña también la imagen de la organización, (genera un extenso sentido del malestar), y afecta a unas deseables buenas relaciones personales en el futuro. Existen 2 reglas básicas:

1) Si el despido es una decisión tuya, comunícalo tú directamente al despedido, no a través de personas interpuestas, de áreas de Personal,ni de comunicados. Tú y él frente a frente. En la misma medida, si tú no has decidido el cese, procura no aceptar el encargo de comunicarlo; no es justo para el cesado.

2) Cuando comuniques un despido, cuenta siempre al despedido la verdad, las razones reales por las que se prescinde de su colaboración. Será tu mejor colaboración por su futuro, aunque pueda suponer para ambos un mal rato en el presente. No se trata de ser despiadadamente franco o de provocar una tensión innecesaria, pero no falsees o imputes de forma difusa a otros las causas del despido. Una interpretación errónea del despedido, en un momento además difícil desde un punto de vista emocional, puede inducirle a orientaciones erróneas en su futuro.

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