En relación a la decisión ¿Leer 'Todo lo que era sólido', de Antonio Muñoz Molina? esta es una opinión de Mariano Aisa Gómez

Esta es mi opinión de experto

SÍ. En mi opinión hay abundantes razones para leer el libro, pero voy a señalar solamente una; eso sí, una apasionada.
 

SÍ. En mi opinión hay abundantes razones para leer el libro, pero voy a señalar solamente una; eso sí, una apasionada.
Creo que cada vez somos más los españoles convencidos de que la principal dificultad para el progreso armónico de nuestro país está en la baja calidad de nuestras instituciones políticas y sociales, aquellas que estructuran lo que llamamos (quizás un tanto ilusoriamente) nuestro sistema democrático. Esa baja calidad se acusa en todos sus aspectos: representativos, operativos y, desde luego,  morales.
 
Somos también bastantes los que estimamos que cualquier iniciativa o propuesta correctora se ve frustrada de raíz por el dominio extendido que los partidos políticos (la llamada “clase política”) ha ido aplicando a todas las estructuras de la sociedad civil: medios de comunicación y de opinión, instituciones reguladoras y de control, agentes sociales y económicos, ámbitos (algunos) culturales, etc. Dicho más en román paladino, aquellas instituciones formales que pudieran tratar de corrector o contrapeso se encuentran domeñadas, coaccionadas o narcotizadas (a cada cual elegir el término que prefiera; yo me apunto a los tres) por esas instituciones políticas “extractivas” (Acemoglu). 
 
En esta situación, confiar en la aplicación, a cualquier ritmo y con cualquier partido en el poder, de acciones regeneradoras de calidad democrática y promovidas “desde arriba” es, simplemente y en mi opinión, una vana esperanza. Ni se están aplicando, ni van a ser iniciadas de buen grado por las instituciones políticas. Sólo nos queda, por tanto, confiar en que el movimiento se induzca “de abajo arriba”, con todos sus evidentes riesgos.
 
 ¿Qué significa eso? A mi entender, someter a la clase política, y desde todos los recursos ciudadanos posibles, a una presión agobiante, a un clamor vergonzante e iracundo; hasta que no les quede más remedio. Y esa iniciativa, combinando repudio y exigencia, deberíamos hacerla cada uno de manera acorde con nuestras posibilidades de ciudadano, en función (función serena y razonable, y ésta es la gran dificultad) de nuestros conocimientos, del ámbito, de la capacidad de difusión: encuestas, Puertas del Sol, artículos de opinión, debates, redes sociales.
Yo entiendo que Antonio Muñoz Molina, en este libro contundente y también en trabajos anteriores, ha asumido ese clamor de ciudadano con toda la fuerza, y toda la eficacia, que le dan su capacidad de investigación y de reflexión, su maestría en el relato, su honestidad intelectual, su valorada imagen y su potencial difusor. Me parece un gran mérito suyo y recomiendo su lectura.

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