En relación a la decisión ¿Creer que las energías renovables son la solución al cambio climático? esta es una opinión de Michael Grunwald

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Esta es la opinión del experto

Michael Grunwald dice que la solución al cambio climático no está todavía en las energías alternativas, sino en lo que llaman “eficacia energética”, que significa malgastar menos energía, o, para ser más exactos, usar menos energía para tener la cerveza igual de fría.

Michael Grunwald, en su artículo en Esglobal, afirma que: “mientras el mundo busca con urgencia un sustitutivo del petróleo, las otras fuentes de energía, como los biocombustibles, la energía solar y la nuclear, pueden parecer la solución mágica. No lo son.”
Está claro que los combustibles fósiles están deteriorando el clima y que la situación actual es insostenible. Existe un amplio consenso científico de que el mundo debe reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en más de un 25% de aquí a 2020, y en un 80% de aquí a 2050.
El típico hogar estadounidense tiene 26 aparatos que se enchufan, y el resto del mundo está poniéndose rápidamente a su altura; el Departamento de Energía de dicho país calcula que el consumo mundial de electricidad aumentará un 77% de aquí a 2030.
La gente puede no estar de acuerdo en si los gobiernos deben tratar de escoger con qué soluciones energéticas quedarse. ¿Pero por qué no estar de acuerdo, al menos, en que los gobiernos no deben quedarse con las peores? Por desgracia, eso es exactamente lo que está sucediendo. El mundo está apresurándose a promover fuentes alternativas de energía que en realidad van a acelerar el calentamiento global.
Los combustibles renovables suenan estupendos en teoría, y los representantes de los lobbies agrarios han convencido a los países europeos y a EEUU de que lleven a cabo políticas ambiciosas para promover alternativas de origen agrícola a la gasolina. Sin embargo, hasta ahora, las curas (principalmente el etanol derivado del maíz en EE UU y el biogasóleo de aceites vegetales en Europa) han sido mucho peores que la enfermedad.
Antes, los investigadores estaban de acuerdo en que los combustibles de origen agrícola reducirían las emisiones, pero cometían un error básico. Atribuían a las cosechas para combustible la cualidad de absorber el carbono durante su crecimiento, pero nunca se les ocurrió que podían desplazar otra vegetación que absorbía aún más. Como es natural, no ha sido así. Indonesia destruyó tanta proporción de sus bosques para cultivar aceite de palma destinado al biogasóleo europeo, que ocupa el tercer lugar entre los principales emisores de carbono del mundo, en lugar del número 21.
En 2007, los científicos empezaron a tener en cuenta la deforestación y otros cambios del uso de la tierra producidos por los biocombustibles. Un estudio descubrió que harían falta más de 400 años de biocombustible para “recuperar el dinero” que suponía el carbono emitido directamente al limpiar la turba para el aceite de palma. El daño indirecto también puede ser devastador, porque, en un planeta hambriento, las cosechas alimenticias que se dedican a combustible acaban siendo sustituidas en otro lugar.
El experto afirma que: “hay un recurso energético renovable que es el más limpio, el más barato y el más abundante de todos. No provoca la deforestación ni necesita unas medidas de seguridad complejas. No depende del tiempo, ni va a tardar años en construirse ni en llegar al mercado; está ya a disposición de todos se llama “eficacia energética”. Significa malgastar menos energía, o, para ser más exactos, usar menos energía para tener la cerveza igual de fría, la ducha igual de caliente…
La eficacia energética consiste en hacer lo mismo o más con menos; no requiere un gran esfuerzo ni un gran sacrificio. Y, sin embargo, su aplicación en los electrodomésticos, iluminación, fábricas, edificios y vehículos podría reducir hasta un 33% del consumo mundial de energía sin verdaderas privaciones.
La eficacia energética no es sexy, y la idea de que podemos usar menos energía sin muchos inconvenientes encaja mal en nuestra cultura actual.
Un ejemplo del despilfarro son las centrales eléctricas de EEUU derrochan suficiente energía como para abastecer a Japón.
Un ejemplo de que funciona la eficacia energética es que los frigoríficos modernos emplean 3 veces menos energía que los modelos de los 70. (1)

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