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Esta es mi opinión de experto

Las nuevas tecnologías permiten que colectivos amplios y dispersos puedan comunicarse y colaborar de forma virtual, compartiendo conocimiento en distintos formatos.  Sin embargo la gestión eficaz de la inteligencia colectiva requiere moderación, enfoque, espacios y herramientas adecuadas.  VER VIDEO

 

La proliferación de nuevas tecnologías de comunicación, especialmente internet y las redes sociales, están permitiendo que colectivos muy amplios y dispersos puedan comunicarse y colaborar de forma virtual en proyectos comunes.

Todos conocemos plataformas de comunicación y divulgación como Google (emails, espacios virtuales como Drive y Hangouts, ..) o Wikipedia, en la que personas que no pertenecen a una misma organización o país trabajan de forma conjunta en tareas concretas.

Estos avances nos abren la posibilidad de aprovechar al máximo no sólo el conocimiento que está documentado sino también el que está en las cabezas de las personas.  

Y este conocimiento es cada vez más necesario porque los problemas a los que nos enfrentamos se complican a pasos agigantados -  El Cambio Climático, la sostenibilidad económica de países como consecuencia de avances médicos que nos permiten vivir más años, o la supervivencia de un negocio que se enfrenta a competidores que operan con estructuras de costes muy distintas.

En este sentido, promover  la inteligencia colaborativa en una organización es imprescindible para encontrar nuevas soluciones y acelerar el ritmo de cambio o adaptación.  Pero hacerlo de forma eficaz no es tan sencillo.

Por un lado tenemos las nuevas generaciones, que conviven habitualmente en redes sociales y están dispuestas a compartir conocimiento y participar en espacios “abiertos”.  El reto está en encontrar la manera de canalizar y centrar esa energía en acciones o propuestas concretas.  Expertos como Jane McGonigal están estudiando cómo aprovechar el poder y popularidad de los juegos sociales on-line (con conceptos de comunidades, retos, incentivos, premios) para resolver problemas reales.  

Por otro lado están las generaciones más maduras, que no conviven en las redes sociales ni están tan habituados a compartir o exponer abiertamente sus ideas y conocimientos.  Estas generaciones, en las que normalmente se incluyen los decisores de una organización, son un colectivo al que habrá que convencer y motivar para que participen en entornos de inteligencia colaborativa, porque en ellos reside no sólo el conocimiento teórico sino también el práctico, fruto de la experiencia.    

Finalmente las organizaciones deben estar dispuestas a involucrar a personas más allá de sus "fronteras".  Si sólo se buscan soluciones dentro de la propia organización, lo más probable es que se obtengan pequeñas variaciones sobre lo que “ya conocemos”.

Existen ejemplos que ponen de manifiesto el poder de la inteligencia colaborativa para encontrar soluciones a problemas complejos utilizando espacios y mecanismos concretos:

  • El MIT, a través del Center for Collective Intelligence (CCI), lanza retos/competiciones para encontrar soluciones a los problemas que se están generando como consecuencia del cambio climático.  El Climate CoLab es un espacio donde personas de cualquier parte del mundo aportan sus ideas y soluciones y donde la propia comunidad puntúa las distintas propuestas.
  •  La NASA, junto a la Universidad de Harvard, ha creado el NASA Tournament Lab* (NTL), una comunidad virtual en la que participan y compiten los mejores desarrolladores del mundo para crear las soluciones más innovadoras y efectivas a problemas reales. 

En un proyecto reciente la NASA lanzó un concurso para desarrollar una solución para reducir la exposición solar de los astronautas (desarrollo que previamente encargó a Boeing).  El ganador fue un joven chino que presentó una solución un 55% más eficiente que la que había desarrollado la propia Boeing.

* Iniciativa coordinada por el Center of Excellence for Collaborative Innovation

 

No es un reto sencillo pero se puede superar con un enfoque adecuado, los espacios y herramientas necesarias y con la presencia activa de un moderador o “curator” que ayude a concretar los retos, que canalice y consolide la información, que centre las discusiones e incentive la participación

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