En relación a la decisión ¿Permitir que mi hijo llegue a la hora que quiera cuando sale de noche? esta es una opinión de Tomás García Muñoz

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Esta es la opinión del experto

La hora de llegada de los adolescentes cuando salen de fiesta es una de las típicas fuentes de conflicto entre padres e hijos. ¿Qué hora es la correcta?, ¿a las 12 de la noche, la 1, las 3, las 5 de la madrugada, que lleguen cuando quieran?, ¿cómo fijarla?, ¿por acuerdo o imposición?

La cuestión de los horarios de los adolescentes es un ejemplo clásico del tira y afloja que se suele dar en esta edad entre padres e hijos respecto de muchos temas, hábitos, opiniones, libertades en general, y que muchos adultos no saben cómo gestionar. El dilema de fondo es ¿qué modelo educativo utilizar con los hijos? ¿Es mejor poner límites y normas, o bien, dejarles hacer?
 
En diferentes artículos el orientador Tomás García Muñoz, sostiene que hay que poner límites a los niños y adolescentes, por diferentes motivos. Primero, porque en la vida “real” siempre hay límites, no todo es posible, por tanto, educar a los niños haciéndoles creer lo contrario es engañarles. De hecho, explica, si no se les ponen límites durante la infancia, cuando salen del sistema educativo se encuentran con que el mundo les exige muchas cosas y no siempre les da lo que quieren; entonces es cuando se frustran, se desilusionan, se rebelan y no acaban de aceptar que la vida no sea tan fácil como ellos pensaban.
 
En segundo lugar García afirma que la personalidad de los niños se va forjando en la medida que aprenden a relacionarse con los demás (con sus padres, abuelos, hermanos, amigos, etc.) y en esas relaciones aprenden a compartir, a descubrir que no siempre pueden tener lo que quieren o que los demás no siempre quieren jugar con ellos, etc. Justamente en eso consiste la socialización, dice García.
 
A través de las normas y límites los niños y adolescentes aprenden a identificar lo que es correcto y lo que no, y poco a poco –en la medida que crecen– van entendiendo y asumiendo los valores en los que esa distinción se basa; en cambio, si no tienen límites, crecen sin parámetros y luego no saben distinguir entre lo “correcto” y lo “incorrecto”, con lo cual se pasan la vida “metiendo la pata” allí donde vayan.
 
Si bien Tomás García no se refiere específicamente a la pregunta que encabeza este apartado, en el fondo plantea que el criterio de “que hagan lo que quieran” no es recomendable en la educación de los hijos; al contrario, su propuesta es definir unas normas –aunque sean mínimas– que les marquen el camino.

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