En relación a la decisión ¿Practicar tradiciones de otras culturas diluye mi identidad? esta es una opinión de Francesc-Xavier Marín i Torné

0 votos

Esta es mi opinión de experto

Afirma que “urge reflexionar sobre aquello que la sociedad necesita para canalizar y rebajar la tensión que pueda generar convivir en pluralidad cultural. Se trata de educar en una ciudadanía de identidades culturales heterogéneas pero con unos valores comunes que favorezcan la cohesión social”.

“El trabajo intercultural debe ser capaz de proteger la identidad cultural de cada ciudadano sin que se vea dificultada su integración social, ni a nivel local ni global. Por eso todas las culturas deben tomar consciencia de sus propias contradicciones si de verdad quieren adquirir el compromiso de dejar espacio al encuentro y al diálogo que, lejos de todo afán homogeneizador, favorecen la integración y la participación”.
 
El experto señala que no se trata de perder la identidad por integrarse en otra cultura, sino que se queda sometido a ciertas formas de poder cultural al no reconocerse la diferencia: “Toda forma de choque de civilizaciones es básicamente un fenómeno de (in)comunicación entre grupos. Cada cultura es un sistema abierto que interactúa con su entorno; se precisa, pues, un potencial de interacción o de establecimiento de relaciones que haga frente a la tendencia a la separación defensiva y a la endogamia. En caso contrario, el interés por mantener la ilusión de una homogeneidad cultural conduce a una atribución de diferencia y una exclusión activa por parte de la cultura más potente, denigrando en los Otros aquellos aspectos temidos y reprimidos en la propia sociedad (Kristeva, 1991) (Grinberg y Grinberg, 1984). Así, la exclusión de los otros supuestamente diferentes sirve a la construcción y afirmación de la propia identidad: la cohesión interna implica la satisfacción de saberse perteneciente a un grupo superior con el complementario menosprecio hacia los demás grupos; al mismo tiempo, una mayor cohesión implica una mejor organización para excluir a los demás grupos de la participación en las estructuras de poder. Las diferencias entre los grupos, por tanto, no son la causa de la tensión sino que se crean socialmente para defender el monopolio del poder. Apelar a las diferencias es una estrategia para impedir la inclusión de los otros en los asuntos que afectan a todos. Es lo que la Psicología denomina los mecanismos de las “figuras de exclusión”, la alterofobia, el “temor a la contaminación” y a la “infección anómica”, la internalización del estigma o el uso interesadamente utilitario de la identidad (Goffman, 1970; Elias y Scotson, 1994; Cacciari, 1996; Krau, 1991 y Simmel, 1967: 402-408). En definitiva, la falta de reconocimiento positivo de la identidad de las demás culturas (“práctica de omisión”) es el gran problema de los que ejercen “violencia simbólica” sobre los Otros. Por ello, mientras los paradigmas interpretativos sigan siendo los de quienes defienden una concepción basada en el modelo de compartimentos separados, se seguirán ignorando los factores contextuales ligados a las ideologías y a las actitudes, a las normas y a los valores... Haciéndolo de este modo, nunca primarán las medidas que ayudan a entender la diversidad cultural como un enriquecimiento (Hofstede, 1994; Kim y Gudykunst (eds.), 1996; Rodrigo, 1999; Samovar y Porter (eds.), 1991; Sarbaught, 1993; y Valle y Moreno (eds.), 2003)”.
 
Fuente: Marín i Torné, Francesc-Xavier. «Interculturalidad:Solidaridad moral y alfabetización cívica». Comunicación 5 (2007) 391-403.

×

Para poder participar debes ser usuario de Dontknow

Cargando...
×