En relación a la decisión ¿Proponer nuevos modelos de crecimiento y desarrollo? esta es una opinión de Ricardo Díez Hochleitner
- Ricardo Díez Hochleitner
- Presidente de Honor del Club de Roma
Esta es mi opinión de experto
Estamos necesitados de un modelo renovado que provenga de la idea de que desarrollo es ser más, crear más, hacer más y compartir más, en vez de simplemente producir más, poseer más y consumir más.
En estos primeros años del tercer milenio, el mundo está imbuido de una sensación de inseguridad y ansiedad que abarca muchos grandes ámbitos. Esta sensación se refuerza por la gran crisis económica y financiera, además del grave y acelerado deterioro del medio ambiente y el conflicto entre culturas y creencias. Probablemente la verdadera principal crisis es el relativismo moral prevalente en nuestras sociedades, el cual denota una creciente inconsistencia, verdadera incoherencia, entre los valores éticos frecuentemente proclamados, frente a las ambiciones que alimentan las actuaciones y comportamientos. Tal no es ciertamente el camino apropiado para hacer frente a los actuales gravísimos problemas y desafíos globales.
Las últimas décadas han sido testigo de una profunda y rápida transformación de la sociedad y de su entorno (…). La Humanidad, cuando está orientada por una arrogancia e ignorancia egoísta, tiene la capacidad de destruir la Naturaleza (…) y puede poner fin a nuestra propia herencia (…)y existencia. Por el contrario, cuando se guía por la solidaridad, la sabiduría y los principios de una vida comunitaria democrática, la Humanidad mejora la calidad de vida y conserva el medio ambiente, enriqueciendo así también nuestro conocimiento y herencia cultural.
Sin embargo, nuestra atención tiene que estar ahora ampliamente enraizada en el cambio profundo inherente a la transición hacia una sociedad global nueva. La globalización en todos los campos es un fenómeno natural inevitable que puede servir bien sea al interés egoísta de unos pocos explotadores o bien como marco para extender los bienes de derechos y deberes implícitos en democracia, libertad, justicia social y sostenibilidad de lo material, así como la justicia social y humana de hombres y mujeres por doquier desde el máximo respeto mutuo.
De hecho y a pesar de las muy graves amenazas, existen importantes razones potenciales para la esperanza. Incluso podríamos decir que después del mucho “estiércol” que las crisis acumulan podrán nacer abundantes bellas flores…! Para empezar y gracias a la vida en comunidades democráticas, la Humanidad todavía tiene el potencial en todo el mundo de superar todas las desgracias y miserias. Todo ello a condición de canalizar los inmensos recursos materiales, además y muy especialmente de los recursos espirituales e intelectuales disponibles, en beneficio de un futuro viable, ético y prometedor para todos los seres humanos. Sin embargo, este dilema no puede acometerse desde los términos simplistas de los modelos de desarrollo actualmente al uso, pese a la abundancia de Declaraciones y Resoluciones de alcance internacional, bien intencionadas y escasamente puestas en práctica.
Por lo tanto, lo que necesitamos es un nuevo modelo de crecimiento y desarrollo, limpio de toda clase de excesos, tanto del optimismo lineal del liberalismo tradicional como del optimismo catastrófico de los revolucionarios aficionados o profesionales. Y también libre del candor del racionalismo extremo, de la arrogancia de un planteamiento científico y del voluntarismo cabezota de políticos partidistas.
Necesitamos un modelo nuevo capaz de distinguir entre crecimiento y desarrollo, capaz de ver que lo que importa es el ser humano: Todos y cada uno de los seres humano que habitan sobre la faz de la tierra. En otras palabras, estamos necesitados de un modelo renovado que provenga de la idea de que desarrollo es ser más, crear más, hacer más y compartir más, en vez de simplemente producir más, poseer más y consumir más.
A fin de alcanzar este modelo nuevo necesitamos reconocer que el desarrollo tiene que ser sostenible, a largo plazo, con una dimensión social y humana, por consiguiente, el fruto y el milagro de hombres y mujeres educados.
Fragmento del documento Ética y Valores en la Educación del Siglo XX, presentado en el Seminario Penasamiento y Ciencia Contemporáneos (CSIC,9 de mayo de 2012)