En relación a la decisión ¿Ser ateo? esta es una opinión de Ângelo Alves

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Esta es la opinión del experto

Dios existe y hay muchas pruebas que lo demuestran.  Las pruebas válidas son las llamadas “a posteriori”, y la más adecuada a nuestros tiempos es la del testimonio de la “experiencia de Dios” de los creyentes.

El teólogo portugués Ângelo Alves en su publicación O ateísmo científico emergente: Evolução natural ou criação divina? No sólo afirma la existencia de Dios sino que son muchas las pruebas que lo demuestran tanto en formulaciones históricas como actuales.
 
Tan sólo las pruebas que se llaman a “posteriori” son válidas, apodícticas (necesariamente válidas) y convincentes, o sea aquellas que parten de la experiencia en sentido amplio, en todos sus niveles: vulgar, científico y metafísico-religioso.
 
De estas pruebas “a posteriori”, las más adecuadas a nuestros tiempos son las del testimonio de la “experiencia de Dios” de los creyentes. Ya lo afirmaba Karl Rahner que decía: «El  cristiano del futuro será un místico, o no será cristiano».
 
El testimonio de la “experiencia de Dios”
 
El testimonio de hechos y de experiencias es un testimonio válido en el ámbito de las ciencias jurídicas e históricas cuando es creíble. Aunque no sea una prueba estrictamente científica, ya que los acontecimientos históricos y las experiencias no se pueden repetir de forma metódica y controlada, la experiencia de Dios vivida en la fe y en la mística, indica una tendencia natural del espíritu humano a la creencia religiosa, hecho que es universal y que persiste a lo largo de la historia.
 
Las otras pruebas son lógico-metafísicas u ontológicas.
 
Las pruebas ontológicas y los 3 principios de causalidad
 
Estos 3 principios de causalidad son:

  • La ejemplaridad o concepción del modelo y ejemplar.
  • La finalidad o intención de fin o bien que se realizará.
  • La eficiencia o comunicación de ser que hace pasar a la realidad.

 
La causalidad metafísica es análoga a la causalidad humana pero la trasciende, por lo que se supone una agente puramente espiritual, un Espírito Inteligente y Amante, o sea personal, necesario y absoluto, lo que en religión llamamos Dios.
 
Ahora bien hay que evitar trascendentalismos sin inmanencia del deísmo, o sea un Dios distante e indiferente al mundo creado, autónomo, pero tampoco caer en un inmanentismo sin trascendencia del panteísmo naturalista, del Dios identificado con el actuar de las criaturas, que no interviene, y sin señales de sobrenaturalidad. El equilibrio está en un panteísmo según el cual todo está en Dios y Dios está en todo, actuando e impulsando desde dentro, pero que al mismo tiempo está más allá de todo.
 
La cara oculta de Dios
 
Observamos que a pesar de la intuición de la Trascendencia, de la incesante búsqueda de lo Absoluto e Infinito y de la subsecuente acumulación de pruebas de su existencia, Dios surge siempre como el Misterio Absoluto, inabarcable, indecible, inefable.
 
Dios conserva siempre una cara oculta, que en la experiencia mística se vive como noche, ausencia, vacio, silencio, abandono, casi como negación de la Plenitud de la luz, de la vida y del  amor que es Dios.
 
Nuestro acceso a Dios es dialéctico, se compone de un triple momento:

  • Afirmación positiva, en que le atribuimos nuestros conceptos extraídos de las criaturas, a pesar de que sean inadecuados.
  • Negación de los límites de las perfecciones simbolizadas por esos conceptos.
  • Superafirmación o infinitización de las perfecciones simbolizadas por esos conceptos y que se le atribuyen según la propia forma de ser de Dios.

 
Ante estas pruebas podemos concluir lógica y racionalmente que Dios existe. Creer en Él es una actitud existencial con sentido y razonable, fuente de esperanza en un futuro en que Dios es Presencia eterna y plenificante.
 
Fuente: Alves, Ângelo. O ateísmo científico emergente : evolução natural ou criação divina? Porto : Fundação Voz Portucalense, 2008.

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