En relación a la decisión ¿Ser ateo? esta es una opinión de Richard M. Gale

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Esta es la opinión del experto

Tradicionalmente se ha defendido la existencia de Dios a través de los argumentos ontológico, cosmológico, teleológico y de experiencia mística. Sin embargo todos estos argumentos teístas clásicos se pueden refutar.

El filósofo Richard M. Gale, en el ensayo titulado «El fracaso de los argumentos teístas clásicos» (publicado en el libro coordinado por Richard Martin, Introducción al ateísmo) rebate los argumentos teístas con los que se ha defendido la existencia de Dios.
 
Los principales argumentos teístas clásicos son el ontológico, el cosmológico, y el teleológico. A pesar de ello es aceptable que se incluya también el argumento de la experiencia religiosa, ya que en todas las grandes religiones teístas hay una mística.
 
Argumento ontológico: en sus diversas versiones se intenta deducir la existencia de Dios analizando el concepto de Dios.
 
Ya se encuentran indicios de este argumento en Platón y en San Agustín, pero fueron los escolásticos que lo formularon explícitamente.  Lo encontramos en Duns Escoto y más recientemente en James Ross, dando por sentado que es imposible que algo pudiese impedir que Dios existiera, a partir de la proposición de que Dios no existe llegan a una contracción por lo que demuestran que es imposible que Dios no exista.
 
Este razonamiento se basa en que la existencia de Dios debería ser causal, pero la inexistencia de Dios no tiene porque explicarse causalmente sino que se puede basar en factores que lógicamente impidan su existencia, como por ejemplo que haya males.
 
Otro argumento es el de Santo Anselmo que concibe Dios como un ser del cual no se puede concebir un ser mayor.  Si existiera un ser insuperablemente grandioso existiría positivamente en todos los mundos posibles, entonces no habría mal injustificable en cualquier mundo posible. Sin embargo parece más viable la posibilidad de que exista mal injustificable que no la existencia de un ser insuperablemente grandioso.
 
Argumento cosmológico: Santo Tomás afirmaba que el motor o la causa primera de todo lo que existe es Dios.  Pero en realidad no hay respuesta para la pregunta de dónde  viene el poder para poner en movimiento un objeto o para sustentar casualmente su existencia en el caso de una regresión infinita de motores o causadores simultáneos.
 
Argumento teleológico (de finalidad): Este argumento que considera que el hecho de existir es bueno, supone al mismo tiempo la bondad del creador; sin embargo los males gratuito o injustificados que no se pueden explicar a partir de una teodicea, pueden ser un indicio de la maldad del creador. Pero lo que contradijo definitivamente este argumento fue la teoría de la evolución de Darwin, ya que el mecanismo evolutivo muestra una naturaleza violenta.
 
Argumento de la experiencia mística: Si aceptamos que las experiencias sensoriales son cognitivas, cuentan con la existencia objetiva de su objeto aparente, debemos conceder el mismo estatuto cognitivo a las experiencias místicas. Por lo tanto debería de haber exámenes que testificasen la veracidad de tales experiencias suficientemente análogos a los de veracidad de las experiencias sensoriales. Mientras que existen test objetivos y consensuales para determinar cuando la facultad sensorial de alguien no funciona correctamente, no los hay para determinar si las facultades místicas de una persona funcionan correctamente.
 
No hay análogo místico del test de causalidad adecuada porque no hay cadenas causales sobrenaturales, ni procesos que liguen a Dios con este mundo.
 
Fuente:Gale, Richard M. «El fracaso de los argumentos teístas clásicos». In Martin, Michel. Introducción al ateísmo. Madrid: Ediciones Akal, 2000, pag 105-120.

Comentarios
Imagen de Iñigo Damiani Moreno
Lunes, 01 de Octubre de 2012 a las 12:52

Me parece que afirmar algo tan drásticamente sobre que Dios exista o no, es imposible para la mente humana. Justamente lo propio de Dios, si existe, es que no podemos categorizarlo con palabras y razón. Por eso creo mejor decirse agnóstico, que ni afirma ni niega, porque no puede hacerlo. Ser ateo es pretencioso, como quizá algún tipo de creyente que parece tener la seguridad de quien cree que lo comprende todo sobre Dios.

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