En relación a la decisión ¿Ser una persona positiva a pesar de las dificultades? esta es una opinión de Daniel Goleman

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Esta es la opinión del experto

Muchas veces, frente a situaciones que rompen la rutina, nos cuesta reaccionar y se nos complica la vida, aparecen sentimientos de frustración y pena que nos paralizan. La posibilidad de afrontar con alegría y optimismo los malos momentos es posible, según Daniel Goleman.

Daniel Goleman, en su libro “Inteligencia Emocional” postula que las personas podemos vivir mucho mejor y ser más felices si ponemos en práctica y desarrollamos de manera eficaz nuestras emociones. Todo el libro trata sobre la manera de optimizar los propios recursos emocionales, pero de manera especial, el capítulo V desarrolla el tema del control de las emociones, compartimos el siguiente párrafo:

“El dominio de uno mismo, esa capacidad de afrontar los contratiempos emocionales que nos deparan los avatares del destino y que nos emancipa de la «esclavitud de las pasiones» ha sido una virtud altamente encomiada desde los tiempos de Platón. Como señala Page DuBois, el notable erudito de la Grecia clásica, el antiguo término griego utilizado para referirse a esta virtud era sofrosyne, «el cuidado y la inteligencia en el gobierno de la propia vida».

Los romanos y la iglesia cristiana primitiva, por su parte, la denominaban temperantiatemplanza— la contención del exceso emocional. Pero el objetivo de la templanza no es la represión de las emociones sino el equilibrio, porque cada sentimiento es válido y tiene su propio valor y significado. Una vida carente de pasión sería una tierra yerma indiferente que se hallaría escindida y aislada de la fecundidad de la vida misma.

Como apuntaba Aristóteles, el objetivo consiste en albergar la emoción apropiada, un tipo de sentimiento que se halle en consonancia con las circunstancias. El intento de acallar las emociones conduce al embotamiento y la apatía, mientras que su expresión desenfrenada, por el contrario, puede terminar abocando, en situaciones extremas, al campo de lo patológico (como ocurre, por ejemplo, en los casos de depresión postrante, ansiedad aguda, cólera desmesurada o autación maníaca).

El hecho de mantener en jaque a las emociones angustiosas constituye la clave de nuestro bienestar emocional. Como acabamos de señalar, los extremos —esto es, las emociones que son desmesuradamente intensas o que se prolongan más de lo necesario— socavan nuestra estabilidad. Pero ello no significa, en modo alguno, que debamos limitarnos a experimentar un sólo tipo de emoción.

El intento de permanecer feliz a toda costa nos recuerda a la ingenuidad de aquellas insignias de rostros sonrientes que estuvieron tan de moda durante la década de los setenta. Habría mucho que decir acerca de la aportación constructiva del sufrimiento a la vida espiritual y creativa, porque el sufrimiento puede ayudamos a templar el alma.

La vida está sembrada de altibajos, pero nosotros debemos aprender a mantener el equilibrio. En última instancia, en las cuestiones del corazón es la adecuada proporción entre las emociones negativas y las positivas la que determina nuestra sensación de bienestar. Esto es, al menos, lo que nos indican ciertos estudios sobre el estado de ánimo en los que se distribuyeron «avisadores» —aparatos que sonaban aleatoriamente— a cientos de mujeres y de hombres, con la función de recordarles que debían registrar las emociones que estaban experimentando en aquel mismo instante.

No se trata, pues, de que, para ser felices, debamos evitar los sentimientos angustiosos, sino tan sólo que no nos pasen inadvertidos y terminen desplazando a los estados de ánimo más positivos. Aún quienes atraviesan episodios de enojo o depresión aguda disponen, a pesar de todo, de la posibilidad de disfrutar de cierta sensación de bienestar si cuentan con el adecuado contrapunto que suponen las experiencias alegres y felices. Estos estudios también confirman la escasa relación existente entre el bienestar emocional de la persona y sus calificaciones académicas o su CI, lo cual demuestra la independencia de las emociones con respecto a la inteligencia académica.”

 

Fuente: Daniel Goleman. Inteligencia emocional. Versión virtual. Capítulo V. Páginas 41

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Comentarios
Imagen de Thelma Gil Samaniego Ibarra
Miércoles, 19 de Septiembre de 2012 a las 11:18

Esta pregunta la considero clave hoy en día, ya que como bien dice el experto Daniel Goleman, hemos de mantener el equilibrio, ya que en la actualidad todo nos dice lo contrario.

No debemos olvidar que nuestros pensamientos se convierten en sentimientos y que los sentimientos se convierten en acciones, por lo que pensar de forma positiva y proactiva, hara que nuestros actos sean mucho mejores para el resto de la sociedad.

Imagen de MARÍA DEL CIELO GAYTÁN MORENO
Domingo, 23 de Septiembre de 2012 a las 5:47

Además del excelente libro de D. Goleman, esta el de M.Seligman (2003) La Auténtica felicidad. España: Vergara, donde el autor, entre muchas otras buenas ideas y planteamientos, hace una clara y lúcida distinción entre las personas optimistas y las pesimistas. Sus investigaciones lo llevaron a concluir que las personas optimistas, toman las cosas buenas como algo factible de repetir de manera propositiva, voluntaria, consciente. Y las cosas malas, como algo casual o fortuito que no tiene por que repetirse necesariamente. Las personas pesimistas, al contrario: Ven las cosas malas como algo constante, irremediable y repetitivo; y las buenas como algo casual, fortuito y sobre lo cual no tienen una responsabilidad directa. Luego entonces, las personas optimistas, pueden reponerse más fácil y rápidamente de un mal día o momento, porque es algo eventualmente inevitable. En cambio, las personas pesimistas tardan más y les es más difícil, reponerse de malos momentos o fracasos porque los ven como algo constante e inevitable. El habla de "optimismo aprendido" porque podemos dar ese giro en caso de haber estado del lado pesimista. Hay que darse la oportunidad de estar bien a pesar de todo.

Imagen de Gloria Inés Rodríguez Gaitán
Miércoles, 13 de Marzo de 2013 a las 16:53

Me parece que tener una inteligencia emocional es supremamente importante para ser una persona equilibrada, productiva, creativa y feliz.
Sin embargo a nivel de la formación familiar, educativa y social parecería que no con frecuencia confluyen las situaciones positivas para que nuestra realidad individual se dé en las condiciones más óptimas para poseer una madurez emocional.
Una de las dificultades -veo yo-, es el ponerle nombre a lo que sentimos, delante de quien lo sentimos y por qué lo sentimos; no sentir miedo a lo que sentimos, pero sí saber interpretar eso que sentimos..., ese sentimiento es de adaptación o desadaptación al medio?
Si es de desadaptación, qué debo hacer, qué ayuda buscar... Cómo superar experiencias traumáticas que todos en mayor o menor medida llevamos dentro? Cuáles son nuestras capacidades de resilencia?
Es indispensable tener experiencias de amor, de acogida, de respeto, de valoración del medio, de protección. El amor siempre salva, sana, armoniza.

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