En relación a la decisión ¿Subir el IVA como alternativa a subir el IRPF? esta es una opinión de Leopoldo Gonzalo

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Esta es mi opinión de experto

Se plantea la cuestión de valorar las medidas tributarias desde el punto de vista de la equidad en el reparto de la carga fiscal, la eficacia recaudatoria y la eficiencia económica.

Desde su constitución, el nuevo Gobierno del PP insistía en que no subiría el IVA. A finales de dic. de 2011 subió el IRPF, incrementando entre 0´75 y 7 puntos los tipos impositivos de los diferentes tramos de su tarifa.
 
Según el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, esta medida era “menos dañina para el crecimiento económico de España”, y “da la oportunidad de que baje la inflación”. El IRPF incide sobre las rentas del trabajo (más del 80% de las rentas gravadas por el Impuesto) con toda la contundencia de su fuerte progresividad, pues las mismas son difícilmente sustraíbles al sistema de retención en su fuente u origen.
 
Tras seis meses de la adopción de la medida, el ministro anunciaba la subida del IVA, por exigirlo así el Eurogrupo como una de las condiciones para que España pudiera acceder a la línea de crédito necesaria para la recapitalización de la banca. Dado el procedimiento de recaudación del IVA, que exige a los empresarios y profesionales el ingreso periódico de la diferencia entre los IVAs soportados por sus adquisiciones y los devengados por las entregas de bienes o prestaciones de servicios, el IVA contribuye a agravar las dificultades de tesorería de las empresas, especialmente de las de tamaño pequeño y mediano.
 
El día 11 de julio 2012 el presidente del Gobierno anunció la adopción de varias medidas de ajuste: 1ª) la subida del tipo general del IVA, del 18% al 21%, así como del tipo reducido, desde 8% al 10%; 2ª) la supresión de la deducción por adquisición de vivienda habitual a partir de 2013; 3ª) el refuerzo de la fiscalidad medioambiental con arreglo al principio de quien contamina paga, y otras más. El Ejecutivo prevé reducir el déficit público en unos 65.000 millones de euros en los próximos dos años. Se plantea ahora la cuestión de valorar las medidas tributarias desde el punto de vista de la equidad en el reparto de la carga fiscal, la eficacia recaudatoria y la eficiencia económica.
 
Si hasta ahora podía defenderse que la alternativa de subir el IRPF cumplía mejor con el principio de equidad tributaria (al tratarse de un impuesto personal y progresivo sobre la renta), la anunciada subida del IVA casa peor con las exigencias de dicho principio, porque es un tributo indirecto y regresivo que distribuye la carga fiscal de forma inversamente proporcional a la renta de los individuos. Y lo peor de la subida del IVA no es la elevación de su tipo de gravamen general, sino la del tipo reducido, pues incide fundamentalmente sobre el consumo familiar, cuyo 70% consiste en bienes y servicios sometidos a esa alícuota impositiva y a la superreducida.
 
Es dudosa la eficacia recaudatoria futura tanto de la subida del IRPF como del IVA. En lo que ha transcurrido del actual ejercicio, la recaudación por el primero de estos impuestos cayó un 8%, y la correspondiente al segundo un 10%. Como la tasa interanual de las ventas minoristas ha caído un 11´3%, no parece razonable pensar que estas medidas vayan a propiciar un aumento de la recaudación. Es más probable que lo segundo estimule aún más la economía sumergida. Y la probable caída del consumo que acabo de señalar no va a contribuir al crecimiento económico ni, por tanto, al empleo.
 
Un crecimiento todavía más negativo de la economía española supondrá un consumo menor, menos producción; y ésta, menor empleo; y éste, a su vez, menor renta; lo que a la postre se traducirá en un consumo todavía menor. Además, una mayor carga tributaria por IVA agravará las dificultades de tesorería de empresarios y profesionales. Una mayor presión tributaria que desea evitar un recorte más drástico en el gasto público, verdadera causa de nuestra delicada situación, no parece la medida más adecuada según los principios impositivos considerados, ni la más oportuna en la actual fase del ciclo económico. El sobredimensionamiento del Estado de las Autonomías, ofrece, sin duda, un margen de maniobra mucho mayor para la práctica de los ajustes imprescindibles.

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