En relación a la decisión ¿Creer que la Virgen María fue concebida sin pecado? esta es una opinión de Teresa Forcades i Vila

Sí

• Teresa Forcades i Vila
• Teóloga

Esta es la opinión del experto

Para Forcades, afirmar que María fue concebida sin pecado original equivale, no sólo a afirmar que el pecado no forma parte de nuestra humanidad tal y como fue creada por Dios, sino que Dios nos continua garantizando –a pesar de todos los horrores de la historia pasados y presentes, a pesar de la opacidad e tantas situaciones de injusticia- que todos sin excepción podemos llegar un día a vivir sin pecado, a ser plenamente humanos, plenamente divinos.
 
El pecado nunca es fruto de la libertad sino únicamente del miedo a la libertad, del miedo a amar como Dios ama. Por eso no sólo se puede ser plenamente humano sin pecado, sino que la ausencia de pecado (la ausencia de miedo) es la condición de posibilidad de esta plenitud, es el horizonte hacia el cual avanzamos. La vida sin pecado de María y de Jesús es una anticipación escatológica en la historia de lo que nos será posible a todos con la gracia de Dios, esto es, nuestra plena divinización que es lo mismo que nuestra plena humanización.
 
Para esta religiosa benedictina la dificultad de ver en María un modelo de humanidad no se debe a la ausencia de pecado en ella, sino a la idea de que no fue tentada. Y esto no hay ningún dogma que lo diga. María, tal como Jesús y como nosotros, tuvo que decidir en cada momento concreto de espacio y tiempo de su existencia que es amar. Que María naciese sin pecado original no implica que no pudiese pecar. Como Jesús que también podía.
 
La respuesta libre y responsable de María hizo posible la llegada de Dios en la historia sin la cual no habría Redención. Dios no nos podía salvar sin el sí libre de María. De la misma forma en nosotros la redención no se puede llevar a cabo sin nuestro sí libre y responsable.
 
Al inicio del Evangelio de Lucas nos encontramos con un díptico que establece un paralelo y a la vez un contraste entre la escena del anuncio del ángel a Zacarías y a maría. En ambos casos el mensaje de parte de Dios parece imposible de realizar, ya que objetivamente no se dan las condiciones necesarias. Tanto Zacarías como María expresan su perplejidad:

• Zacarías dice que a su mujer Isabel hace años que ya le paso la edad de concebir.
• María dice que no conoce varón.

 
A pesar del gran paralelismo entre la reacción de Zacarías y la de María, el primero es castigado y queda mudo y no puede proclamar la palabra de Dios ni decir lo que le fue revelado y María en cambio es honrada y sale enseguida llena de alegría cantando por las montañas el anuncio del ángel.
 
¿Qué pasó? se pregunta la teóloga. Y responde que la diferencia entre Zacarías y María no es que éste razona y María no, o que Zacarías tiene criterio propio y María no. La diferencia implícita en el relato es que Zacarías absolutiza el propio horizonte de comprensión y María no. María, al igual que Zacarías manifiesta su objeción, pero a continuación da testimonio con su «fiat» (hágase) de confianza radical que es condición «sine qua non» de nuestra relación con Dios.
 
Vivir de fe, como María y como Jesús, implica estar dispuestos a comprometerse por amor más allá de la propia comprensión, y esta actitud fundamenta su razonabilidad en el hecho de experimentar previamente que el propio horizonte de comprensión tiene límites que no se corresponden con la realidad objetiva.
 
El punto decisivo de la inmaculada concepción de  María para el cristianismo del futuro es que cualquier persona es totalmente redimible porque su pecado no pertenece a su esencia y porque lo único que Dios le pide es un acto de confianza que está siempre a su alcance.
 
 
Fuente: Forcades i Vila, Teresa. «Os dogmas marianos». Encrucillada 175 (2011), p. 511-528.