En relación a la decisión ¿Ofrecer misas por los difuntos? esta es una opinión de Tomás Muro Ugalde

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Esta es la opinión del experto

A Dios no necesitamos ni “convencerlo”, ni “calmarlo”, ni “aplacarlo”. Cuando se celebran misas por los difuntos, ya no pedimos por ellos, sino que nos acordamos de ellos. Son nuestros difuntos quienes oran por nosotros. Así, no oramos ya por ellos, sino con y a nuestros difuntos.

En el proceso de purificación que es el purgatorio no se está solo, sino que se está acompañado. «Si todos caminamos hacia la casa del Padre, ¿cómo vamos a llegar unos sin los otros? Es así como se entiende la oración por nuestros hermanos que van marchando de entre nosotros a la casa del Padre» (Pág. 305-306).
 
Por otro lado no parece muy cristiano contabilizar y reatos* de penas; ni muy sensato mercantilizar la oración por los difuntos, pues presupone una concepción del purgatorio en el que no late el corazón de Dios, sino un Dios al que es muy difícil aplacar.
 
Hay que purificar las motivaciones de oración por los difuntos. Ésta tiene sentido pero no en clave de reparación sino en clave de fraternidad eclesial, de comunión de los santos. «La oración por nuestros difuntos significa que ni ellos están solos, ni ellos nos dejan solos a nosotros. Nos presentamos ante Dios como hermanos y hermanas de Cristo. En el “momento” de la muerte la comunidad cristiana, la familia, los compañeros de trabajo, los amigos, el pueblo, la parroquia, la iglesia... piden a Dios: Acoge, Padre, a nuestro hermano difunto junto a Ti y en la comunidad de los santos. Purifícale, Señor, del mal y del pecado que, como nosotros, ha podido hacer en la vida y llévalo a su perfección. (...)
 
A Dios no necesitas ni “convencerlo”, ni “calmarlo”, ni “aplacarlo”. Cuando yo celebro el aniversario de la muerte de mis padres, lo que estoy haciendo no es ya pedir por ellos, sino acordarme de ellos, recordar su vida, la fe que me transmitieron; creo que viven con el autor de la Vida y que nos une la vida, la fe, la esperanza. Su recuerdo y presencia nos hacen bien. Son nuestros difuntos quienes oran por nosotros. Así, no oramos ya por nuestros difuntos, sino con y a nuestros difuntos» (Pág. 306-307).
 
*Según el diccionario de la Real Academia Española reato es la obligación que queda a la pena correspondiente al pecado, aun después de perdonado.
 
Fuente: Muro Ugalde, Tomás. Escatología Cristiana: Esperanza en tiempos de desesperanza. San Sebastian: Idatz, 2009, pag 305-307.

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