
Ser amigo de alguien no quiere decir que estemos de acuerdo con él. La amistad implica conocer al otro y aceptarle con sus cosas buenas y malas, es decir, se puede ser completamente diferente en cuanto a carácter y manera de pensar.
Esto supone no compartir siempre las mismas opiniones y que se produzcan discusiones por nuestras diferencias. La existencia de roces, en una relación de amistad, parece inevitable e inherente a la propia relación.