Nadie necesita leer un libro para saber cuándo un comportamiento es absurdo, pero no por eso deja de hacer estupideces con frecuencia, incluso en temas trascendentales de su vida. Conviene estar muy despierto, porque la tontería se disfraza de muchas maneras, puede ser contagiosa e invadir muchas de nuestras acciones.
Teorías sobre la inteligencia nunca han faltado en la historia del pensamiento, pero la estupidez -que según dicen está por todos lados- no recibe, salvo en casos aislados, la atención de nadie. Cuando los pensadores se ocupan de ella es para hacerlo ‘de pasada’ en tono irónico o jocoso.
Constantemente se oyen palabras que hablan de los grandes logros del hombre -a veces justificadas, otras no- pero da la sensación que a nadie le interesa estudiar los graves y repetidos despropósitos de los que es capaz el ser humano. Quizá fuera bueno contar con tantas teorías de la estupidez como existen de la inteligencia.
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