Se puede comprobar como a lo largo de la historia el mal manejo de los conflictos nacionalistas ha desembocado en violencia física o moral. Algunos grupos terroristas o atentados con víctimas humanas se produjeron al amparo de algún tipo de reivindicación nacionalista.
Existen ejemplos de buena gestión, pero requieren de ambas partes un auténtico respeto por la identidad del otro, y capacidad de negociación inteligente.
Las diferencias políticas pueden gestionarse de manera democrática recurriendo al carisma o liderazgo, pero las emociones pueden ganar la partida en la ciudadanía y exaltar formas de violencia verbal o física. La responsabilidad de los líderes, entonces, es enorme porque la fuerza de la emotividad colectiva puede escapárseles de las manos.
4 opiniones argumentadas
- Jorge Ubeda
- Doctor en Filosofía
- Iñigo Damiani Moreno
- Convencido de que la paz cuesta sudor y lágrimas