En relación a la decisión ¿Ver televisión para no sentirse solo? esta es una opinión de Leticia Soberón

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Esta es mi opinión de experto

La televisión puede dar la sensación de compañía y esa es la trampa: no es auténtica. Duele pensar en la cantidad de capacidades humanas y de comunicación cara a cara que pueden naufragar ante la pantalla que nos mantiene hipnotizados y pasivos. Dar y recibir compañía en persona es mucho mejor.

No soy de las que satanizan la televisión o las horas dedicadas a videojuegos en Internet; se pueden vivir maravillosos momentos de emoción y diversión ante algunas series televisivas o programas bien hechos e interesantes. Y se puede aprender, reír, conocer coasa nuevas. Pero sí soy una convencida del equilibrio necesario entre todas las dimensiones de la vida.
 
Delegar en la televisión la tarea de saciarnos de compañía me parece que debería de ser, si acaso, un último recurso en situaciones verdaderamente extremas. Es muy riesgoso, porque es una compañía ficticia, adormecedora y estéril.
 
La vida de presencia, de miradas y cercanía física, es mucho más exigente, pero también más humanizadora. Dedicar horas a la televisión nos vuelve pasivos y dificulta cada vez más el afrontar las exigencias naturales de la vida real. Al fin y al cabo, es mucho más cómodo: no hay que moverse del sillón, no tenemos que esforzarnos en nada, no se nos interpela como personas para un gesto concreto de esfuerzo en favor de alguien. Un gesto de la mano cambia el canal, y puede continuar horas y horas viviendo las vidas imaginarias de otras personas, sin vivir la propia.
 
En cambio las redes sociales se han vuelto un espacio de participación intenso: permiten inmediatamente la respuesta, la interacción con otras personas a través de Internet. Aunque no sea cara a cara, las redes son realmente medios de diálogo donde se crean y comparten experiencias, imágenes, música...  Como medio electrónico, son mucho más activadoras de la creatividad personal que la televisión.
 
Se dice que a los ancianos y enfermos les acompaña mucho... Las distancias urbanas de hoy, los horarios laborales, hacen difícil prestar atención a los mayores. Bienvenidos los programas que se hacen pensando en ellos.
 
Pero creo que sería muy importante que las personas aprendamos a distribuir las horas del día -¡que son tesoros, son vida!- de manera equilibrada entre trabajo, descanso y diversión, encuentro humano presencial, atención a nuestros mayores y enfermos, y servicio a la sociedad.

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