Muchos países tienen problemas por el elevado consumo ciudadano de comida basura. Se trata de un tipo de comida que gusta mucho a una gran parte de la población por su rapidez, bajo coste y sabor atractivo. El gran inconveniente es el alto índice de grasas que tienen. Si se recurre constantemente a este tipo de comida hay una alta probabilidad de engordar rápidamente, lo que es perjudicial para la salud porque puede derivar en obesidad. Esto supone un coste en sanidad para los Estados, que estudian medidas como esta para reducir su consumo.
Hay países en que este tipo de comida tiene un gran éxito con el riesgo que conlleva: aumentar la obesidad de los que la consumen. Esto genera unos gastos a los Estados en sanidad, que se ahorrarían si la gente siguiese una dieta más sana en la que no se abuse de estos alimentos. Por ello estudian aumentar la carga impositiva sobre la comida basura para subir el precio y desincentivar su consumo.
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