En relación a la decisión ¿Matar seres humanos por razones éticas? esta es una opinión de Carmen Martínez González

No
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Esta es mi opinión de experto

La vida humana no tiene un valor absoluto para nadie, pero si combatimos al diablo con las armas del diablo, el mundo se puede volver un infierno.

La vida humana no tiene un valor absoluto para nadie. Ni para los cristianos, que creen que Jesús de Nazaret murió para la salvación de todos, ni para muchos que creemos que se puede disponer de la propia vida como máximo ejercicio de autonomía, ni para la mayoría de la humanidad, que no duda de la legitimidad de matar en defensa propia. Sin embargo parece difícil justificar que matar fríamente, pueda ser un acto ético. Al menos teóricamente, porque las emociones piden matar a Hitler, al violador de un hijo, al terrorista que pone bombas, al que ametralla niños en una escuela, al padre que mata y quema a sus propios hijos o al cacique africano que abría las tripas a embarazadas para conocer el sexo del feto tras una apuesta.
 
Hechos que producen un horror y una instintiva repulsión hacia esos “monstruos” que nos parecen menos humanos que la media de humanos. Pero asumir como bueno o como justo el acto de matar fríamente a una persona, nos acercaría al Poder Absoluto, a la Verdad Absoluta. Perderíamos algún grado de humanidad acercándonos al sentido de la justicia de Dora, la terrorista de Los Justos de Albert Camus: “no somos de este mundo, somos justos”. Estaríamos despreciando la posibilidad de reinserción social, de arrepentimiento, de cambio, aunque la mayoría experimentamos que no somos los mismos con los años.
 
La ética es filosofía práctica, dejemos de elucubrar, habría que establecer un ranking de horrores merecedores de pagar con la vida, legalizar la pena de muerte (aunque sepamos que se ha ejecutado a más de un inocente) y cambiar muchas Constituciones que establecen que las penas y medidas de seguridad están orientadas a la reeducación y reinserción social. Finalmente creo que existe un riesgo tenebroso: el de combatir al diablo con las armas del diablo y que el mundo se vuelva un infierno.

Comentarios
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Lunes, 02 de Septiembre de 2013 a las 22:55

Lo malo que tiene Dontknow es que cada pregunta está necesariamente formulada de una manera concreta y además hay que responder de entrada “sí” o “no”. Lo bueno es que después de elegir entre ambos adverbios puede uno poner una coma, añadir la conjunción “pero” y desarrollar los argumentos en contra de la opción que ha elegido. Como me considero más dudante que creyente suelo encontrar un buen número de razones a favor y en contra de cada una de las decisiones que esta página nos propone.
A la pregunta concreta “¿Matar seres humanos por razones éticas?” yo elegí responder “sí”, aunque las razones para (y contra) ello son mucho más amplias que las que el limitador de caracteres de la página web permite exponer. Carmen Martínez, en cambio, como la inmensa mayoría de las personas decentes, eligió el adverbio “no” y lo justifico añadiendo: “si combatimos al diablo con las armas del diablo, el mundo se puede volver un infierno”. Estoy totalmente de acuerdo con esa justificación, de lo cual deduzco que la doctora Martínez quizá se equivoco de tecla al elegir adverbio: no se deben matar seres humanos porque si se hiciese libremente (los ejemplos históricos abundan) el mundo se convertiría en una selva infernal; es decir, no se deben matar seres humanos por razones prácticas. La ética es otra historia.
Pero el contador de caracteres de estos comentarios no permite ni entrar en ella. Tal vez se pueda hacer trampa y dividir el argumento en varios comentarios.
(Continuará, quizá)

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Martes, 03 de Septiembre de 2013 a las 1:13

No es fácil argumentar contra la brillante síntesis que realiza Carmen Martínez de la opinión mayoritaria sobre la ética del asesinato. Pero las cosas fáciles y obvias suelen ser muy aburridas: por eso resulta tan estimulante intentar ir contra ellas.
Hay datos abundantes para sostener que en las sociedades sin Estado las muertes violentas son mucho más frecuentes que en las peores dictaduras; y en estas, por supuesto, mucho más que en las democracias avanzadas. (Steven Pinker revisó y comentó magistralmente esos datos en su reciente libro Los ángeles que llevamos dentro. El declive de la violencia y sus implicaciones.)
Pero todas las civilizaciones conocidas, sean más o menos violentas, tienen una cosa en común: en ellas está prohibido matar seres humanos por razones particulares; sólo se puede hacer en nombre de Dios, en nombre del Rey o por Razones de Estado (lo que vienen a ser tres “nicks” distintos de un único hecho verdadero: el poder de los poderosos). Es decir, la civilización consiste en que el grupo de seres humanos que detenta el poder prohíbe a todos los demás matar seres humanos y se reserva el derecho a hacerlo en exclusiva: lo hacen, de hecho, en la medida necesaria para que nadie pueda quitarles el poder que detentan. Cuando se hace con puño de hierro esa sociedad se llama “dictadura” y cuando se hace con guante de seda se denomina “democracia”. La ética consiste en que nadie puede matar seres humanos a menos que tenga el poder suficiente para hacerlo.

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Martes, 03 de Septiembre de 2013 a las 1:14

Incluso los que no hemos tenido la suerte de estudiar Filosofía conocemos la distinción tradicional en ética entre lo que es y lo que debería ser. Es hermoso afirmar que nadie debería matar seres humanos. Es un hecho históricamente demostrado que ninguna civilización se puede construir ni sostener sin matar muchos seres humanos: todos los que amenazan el poder de los realmente poderosos, que son los que garantizan el orden público (en el que ellos —y no otros— son los que tienen el poder).
Lo aterrador de este tema es que obliga a pensar sin anestesia la profunda arbitrariedad del poder. Si la ley de la selva es la ley del más fuerte, la de la civilización es que toda la fuerza bruta queda exclusivamente en manos de los realmente poderosos: los que pueden prohibir a los demás lo que ellos hacen según sus conveniencias. Entre otras cosas, matar seres humanos.
Dice, con toda razón, Carmen Martínez: “La vida humana no tiene un valor absoluto para nadie”. Cierto: para los verdaderamente poderosos la vida ajena es insignificante, mientras los ciudadanos insignificantes soñamos con ser verdaderamente poderosos (para poder, entre otras cosas, matar a quienes nos molesten). Aunque, por supuesto, nos neguemos casi siempre a tomar conciencia de nuestros sueños.
(Ya está el contador de caracteres del Amo Dontknow diciéndome que corte el rollo. Habrá que volver a hacer trampa).

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Martes, 03 de Septiembre de 2013 a las 1:15

No estoy nada seguro de que estas vanas elucubraciones tengan alguna consistencia teórica, ni mucho menos aplicación práctica. Pensar es explorar caminos nuevos que a veces pueden ser realmente tenebrosos. Algunos conviene explorarlos a fondo para asegurarnos de no seguir por ellos.
En el improbable caso de que este hilo argumental condujese a alguna parte, quizá nos llevaría a sospechar que la ética es el conjunto de normas que los verdaderamente poderosos inculcan a las masas, para asegurarse de que no lleguen a amenazar el poder que ellos detentan. O quizá nos obligaría a distinguir las muertes éticamente deseables de las indeseables. Aunque entonces encontraríamos el escollo de que eso dependerá de quien sea el que las desea. Y eso quizá nos llevase a profundizar en los intereses y deseos, personales y colectivos, que acaban conduciendo al asesinato…
Brrrrrrr… Casi es mejor no pensarlo. Casi mejor volver a cambiar de opinión: nunca se puede matar seres humanos por razones éticas. No a la guerra (así, en general). Acabemos con la violencia machista. Y ya puestos, con los accidentes ferroviarios. Abajo lo que es, viva lo que debería ser.

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Martes, 03 de Septiembre de 2013 a las 11:14

También se puede pensar que la ética es precisamente la que nos dice como debería ser lo que de hecho no es así. En ese caso habría que responder que, por supuesto, no se pueden matar seres humanos por razones éticas, ya que tampoco podrían, por razones éticas, Hitler invadir Polonia, los violadores violar a niños, los terroristas poner bombas, los chiflados ametrallar niños en una escuela, los padres matar y quemar a sus propios hijos o los caciques africanos abrir las tripas a embarazadas para conocer el sexo del feto tras una apuesta. En un mundo ético, desde luego, nadie debería matar seres humanos.
El problema es que en realidad no vivimos en un mundo ético sino en uno en el que, de hecho, Hitler invadió Polonia, los violadores violan a niños, los terroristas ponen bombas, los chiflados ametrallan niños en una escuela… Y el problema es que si optamos, por razones éticas, por no matarlos cuando tenemos la ocasión, estamos optando por dejar que invadan Polonia, violen niños, pongan bombas… Es el viejo dilema del parlamentario que ante la propuesta de abolir la pena de muerte respondió: “De acuerdo, pero que los señores asesinos empiecen primero”.
A veces es difícil elegir entre lo malo y lo peor. Pero hay razones para pensar que lo peor es, lógicamente, menos recomendable que lo malo.

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Martes, 03 de Septiembre de 2013 a las 15:10


Cuando releo mis comentarios anteriores pienso que me estoy metiendo yo solo en una pista de hielo sin haber aprendido a patinar. ¿No sería mejor dejar un tema tan difícil como este a los auténticos profesionales de la ética? Y la mayor parte de ellos, desde luego, estarían de acuerdo con la postura que tan brillantemente resumió Carmen Martínez en la opinión que dio lugar a esta larga serie de ocurrencias mías. Que una vez releídas tengo la tentación de borrar para que no me acusen (justificadamente) de frívolo divagador sobre lo que no conoce con suficiente rigor.
Pero antes de borrarlos echo un vistazo al periódico de hoy y de nuevo me asalta la tentación de las preguntas incómodas, que no me acaban de resolver los profesores de Ética. Obama ha decidido que debe atacar Siria porque Al-Asad ha matado con armas químicas a 1.500 ciudadanos. El hecho de que su pasión por el poder haya causado antes la muerte de unos 100.000 sirios no justificaba hace un mes, desde la perspectiva ética de Obama, el ataque. Por tanto no es un problema cuantitativo sino cualitativo: 100.000 muertes por armas convencionales no justifican éticamente los muertos que causará el ataque americano, pero 1.500 asfixiados por gases sí. ¿Sería menos ético Obama si hubiese pensado lo contrario y atacado Siria hace dos meses?

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Martes, 03 de Septiembre de 2013 a las 15:11

Hay razones para pensar que entre los insurgentes sirios hay una buena cantidad de islamistas radicales, que estarán ahora mismo entusiasmados con la perspectiva de que los misiles de Obama les ayuden a ganar la guerra contra el actual dictador. Suponiendo que acaben ganándola (antecedentes no faltan e improbable no parece), que convoquen elecciones, que las gane su propio partido islamista, que el gobierno democráticamente elegido instaure una dictadura islámica y que el ejército sirio acabe dando un golpe de estado contra ella, ¿será mayor o menor la ética de los misiles de Obama a la luz de esos eventuales acontecimientos? ¿Hay que condenar éticamente a los actuales militares egipcios pero ensalzar a los portugueses que en 1974 dieron el golpe de estado que acabó con la dictadura de Salazar e implantó la democracia? ¿Hay golpes de estado éticamente buenos y otros malos? ¿Depende eso de los resultados? ¿O siempre es éticamente buena la democracia y malos los golpes de estado? Quizá habrá que reivindicar a Hitler por razones éticas, ya que llegó al poder ganando elecciones. O quizá haya que condenar éticamente la democracia, porque llevó al poder a Alfred Hitler y a Mohamed Morsi.

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Martes, 03 de Septiembre de 2013 a las 15:12

En el libro “Valor y precio” escribe Diego Gracia: “El deber moral primario de los seres humanos es realizar valores, pero ello no es del todo posible, no solo por su carácter antinómico, sino también porque las circunstancias concretas en que han de to¬marse las decisiones morales obligan a no realizar completamente algunos valores, o incluso a lesionarlos. Esta imposibilidad de rea-lizarlos completamente en la práctica es lo que se denomina técni¬camente «conflicto de valores»” (“Valor y precio”, Ed. Triacastela, 2013, pp. 209-10).
Los conflictos de valores que la realidad nos presenta cada día son de tal complejidad que los principios abstractos del tipo “no se pueden matar seres humanos por razones éticas” suenan estupendamente, mientras que no se aplican a casos concretos. Suenan tan bien como las palabras del papa Francisco ante el dilema de Obama: “No más guerras”. Fantástico. ¿Alguien se opone? El problema es que Al Asad, los insurgentes sirios y Obama no han empezado a darse abrazos tras escuchar al papa Francisco. Porque los principios éticos que tan bien suenan pertenecen al mundo de lo que debería ser, no a la conflictiva, interesada y trágica realidad del mundo que de hecho es.
Promover los ideales éticos es tan bonito como inútil si no se distinguen ambos planos y no se afronta la complejidad de lo real. Porque en ese caso los grandes principios se convierten en brindis al sol.

Martes, 03 de Septiembre de 2013 a las 19:51

Tengo que dar las gracias a José Lázaro por el despliegue de excelentes argumentos en la gama de grises, que es justamente lo que enriquece el posicionamiento dilemático SI/NO, al que nos vemos atados en este contexto.
Por suerte ambos nos movemos en el discurso teórico. No me imagino tomando decisiones que involucren la vida de nadie, ni a J.Lázaro en el puesto de Obama, por eso vale el discurso con sesgo utópico. Chapeau por mojarse y por suscitar temas de debate tan interesantes al hilo de este, como el uso legal de la violencia o del poder. Incluso suscitar la fantasía de qué haríamos en el caso de existir el Pre-crimen como en Minority Report.
El SI inicial se me atraganta, pero digiero perfectamente tus argumentos.

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