En relación a la decisión ¿Comprar productos de comercio justo? esta es una opinión de Miguel Solana

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  • Icono experto Miguel Solana
  • Profesor e investigador en el Departamento de Geografía UAB
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Esta es mi opinión de experto

La idea de buscar formas de comercio justo que retribuyan de manera más adecuada y equitativa a los trabajadores ha tenido un especial desarrollo en la producción y consumo de alimentos.

La idea de buscar formas de comercio justo que retribuyan de manera más adecuada y equitativa a los trabajadores ha tenido un especial desarrollo en la producción y consumo de alimentos.
 
Durante el siglo XX hemos asistido al surgimiento y la expansión de un modelo de agricultura industrializado caracterizada tanto por su enorme capacidad de generar alimentos como también por sus impactos sociales y medioambientales negativos. En los aspectos medioambientales se trata de una agricultura basada en un consumo intensivo de combustibles fósiles y en la selección de un número muy limitado de especies que se cultivan, por lo que la biodiversidad agraria del planeta se ve mermada.
 
En términos sociales y económicos hemos asistido a un crecimiento de la desigualdad entre el campesinado de todo el mundo que ha comportado un empobrecimiento de una parte importante del mismo, especialmente en los países periféricos.
 
Actualmente el comercio internacional de alimentos está dominado por importantes trasnacionales del sector alimentario o de la distribución comercial (Nestlé, Monsanto, Walmart, Carrefour, por poner algunos ejemplos conocidos), que tienen una gran capacidad de control sobre los flujos de alimentos. La fijación del precio de los productos se realiza en los principales mercados de materias primas del mundo –destacan especialmente las bolsas de Chicago y Londres-, donde los grandes operadores de alimentos –también de minerales- fijan y especulan con el precio de los mismos.
 
Evidentemente está determinado por los intereses de los principales grupos agroalimentarios, aunque en los últimos años también ha atraído la atención del sector financiero debido a la elevada rentabilidad que ofrece especular con el precio de los alimentos. Una parte importante del precio que pagamos por comprar el café, el pan, las verduras y las frutas que consumimos diariamente queda en manos de estos intermediarios y no repercute en una mejora de las condiciones de vida de los agricultores que han producido los alimentos que comemos.
 
El caso paradigmático quizás sería el café, donde se ha llevado a cabo una estrategia por parte de algunas ONGs como Oxfam para promocionar una forma de comercio más justa, que permita eliminar intermediarios y pagar un precio razonable a los agricultores. La idea de buscar un comercio justo no sólo se circunscribe al caso de este tipo de productos típicos de exportación, como es el caso del café. Numerosos colectivos de consumidores en los países europeos (un ejemplo en Cataluña, www.coopgerminal.coop) están estableciendo acuerdos con agricultores para la compra directa de los alimentos que consumen. El objetivo no es tener una cesta de la compra más barata sino eliminar los intermediarios y que los beneficios de la actividad vayan en la mayor medida posible a los productores de los alimentos que consumimos.

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