En relación a la decisión ¿Dedicar mi tiempo libre a visitar enfermos? esta es una opinión de Katie Maxwell

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Esta es mi opinión de experto

La autora destaca que la enfermedad es una crisis espiritual, emocional y física. Sin embargo, señala que las visitas a enfermos requiere práctica y paciencia porque incluso un visitante bien intencionado puede cometer errores que desfavorecen a la persona enferma.

Escribiendo desde lo personal y haciendo referencias religiosas, Maxwell intenta señalar algunos valores a tener en cuenta cuando se visitan enfermos, como ser abiertos, compasivos, empáticos y sensibles a las necesidades del paciente y sus condiciones. La enfermedad, señala, afecta no sólo a la persona enferma o herida sino también a todas aquellas relacionadas con el paciente. Durante los momentos de crisis, la gente puede crecer a raíz de la experiencia o sufrir como resultado de ella. Nuestra respuesta al paciente que está sufriendo, según la experta, durante este momento de crisis puede determinar la dirección de la reacción. “Podemos caminar a su lado, no tratando de quitar su dolor sino más bien tratando de confortar. Cuando uno visita a los enfermos, está comunicando su solicitud haciéndoles ver que no están solos”, destaca.
 
A su juicio, todas las personas necesitan saber que otros se preocupan por nosotros. El hecho de acompañar a un amigo o a un ser querido en la enfermedad, etapa que a veces resulta atemorizante, implica mucho más que una conversación superficial o una sesión para levantar el ánimo. La experta destaca que esta acción solidaria exige el compromiso mucho más profundo de relacionarse con sus ansiedades, temores y esperanzas. Por tanto, insiste en que las visitas a enfermos “requieren práctica y paciencia. Es cierto que algunas personas parecen tener una habilidad innata para ayudar a los demás, pero nuestras habilidades, por pocas que sean, pueden aumentar por medio de la percepción, la educación y la participación. Todos podemos desarrollar nuestras habilidades en esta área para ayudar a los que sufren”.
Asimismo, agrega que el momento de la visita al enfermo no debe usarse para el proselitismo, y la persona visitadora, como confortadora, no debe convertir la habitación del paciente en un campo misionero.

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