En relación a la decisión ¿Aceptar a los inmigrantes? esta es una opinión de Francesc Torralba

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Esta es mi opinión de experto

La gran asignatura pendiente es cómo elaborar la paz en un universo de diversidades que no son meramente aparentes, sino diversidades reales, que se refieren a diversas cosmovisiones, percepciones y sensibilidades éticas, estéticas y religiosas.

La tarea colectiva que tenemos ante nosotros es de una gran responsabilidad, porque el choque entre culturas ha sido, históricamente, frontal, lo que se manifiesta en que la cultura grande ha desmenuzado a la cultura pequeña o, simplemente, la ha devorado. La asignatura pendiente es pensar la diversidad en clave de equilibrio y de integración, y esto es fundamental para la construcción de la paz pública.
 
Una primera valoración: es máximamente positiva la diversidad, y lo es desde todos los puntos de vista. Nada más aburrido, monótono y gris que el monismo. La homogeneidad sin límites es empobrecedora. Los momentos de máxima creación cultural siempre han ido relacionados con el encuentro entre universos diferentes. Un ejemplo máximo es el encuentro entre Atenas y Jerusalén en la Patrística. El encuentro entre Platón y el Evangelio fue de una enorme potencia creativa ya que forzó a muchos pensadores a pensar las categorías del cristianismo en terminología griega. Ante el paradigma de la pluralidad no se debe temer nada, sino, más bien al contrario, es necesario esperar mucho. Pero lo primordial es encontrar puntos en común, más allá de las diferencias.
 
La paz se relaciona directamente con la unidad, con la belleza y con la bondad, con lo que los medievales llamaron los trascendentales. Esto significa que, más allá de las diferencias, se tiene que hacer un esfuerzo subterráneo de encontrar lo que une las diferencias. Y se tiene que hacer para evitar sistemas homogeneizadores. Se tiene que evitar que unas diferencias se sobrepongan a las demás y ahuyentar la posibilidad del imperialismo de un fragmento por encima del otro, que es, de hecho, el que históricamente ha triunfado.
 
 Esta es la cuestión clave: más allá de las diferencias explícitas, ¿que espacios de identidad hay? Las diferencias son explícitas, lo son en un aula que, de hecho, es un microcosmos social, y son explícitas en la sociedad. ¿Qué coincidencias subterráneas hay? Creo que las coincidencias son de tipo ontológico, no de orden cultural, ni sexual, ni religioso, ni económico. Hay una coincidencia central: todos somos, todos existimos, todos participamos del ser, estamos presentes en el mundo. Cada uno realiza su existencia desde su cultura, lenguaje o creencia… pero más allá de esta diversidad hay una fraternidad, una convergencia en un hecho tan clave como ineludible: que todos existimos. Es tal vez la evidencia más clara.

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