En relación a la decisión ¿Creer que se nace con una identidad cultural definida? esta es una opinión de Gilberto Giménez

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Esta es la opinión del experto

Giménez destaca que “nuestra identidad sólo puede  consistir en la apropiación distintiva de ciertos repertorios culturales que se encuentran en  nuestro entorno social, en nuestro grupo o en nuestra sociedad”.

Para el experto, es importante tener en cuenta que la primera función de la identidad es marcar fronteras entre un nosotros y los “otros”, y no se ve de qué otra manera podríamos diferenciarnos de los  demás si no es a través de una constelación de rasgos culturales distintivos.
 
“Por eso suelo repetir siempre que la identidad no es más que el lado subjetivo (o, mejor, intersubjetivo) de la cultura, la cultura interiorizada en forma específica, distintiva y contrastiva por los actores sociales en relación con otros actores”, recalca y enfatiza “para entender la identidad se requiere entender primero qué es cultura”.
 
En ese sentido, dice que se debe evaluar críticamente  ciertas tesis “postmodernas” como la de la “hibridación cultural”, que sólo toma en cuenta  la génesis o el origen de los componentes de las “formas culturales” (v.g. en la música, en  la arquitectura y en la literatura), sin preocuparse por los sujetos que las producen, las  consumen y se las apropian reconfigurándolas o confiriéndoles un nuevo sentido.
 
A su juicio, la cultura es la organización social  del sentido, interiorizado de modo relativamente estable por los sujetos en forma de  esquemas o de representaciones compartidas, y objetivado en “formas simbólicas”, todo  ello en contextos históricamente específicos y socialmente estructurados.
 
En ese sentido, concreta que la identidad puede ser definida como un proceso subjetivo y frecuentemente auto-reflexivo por el que los sujetos individuales definen sus diferencias con respecto a otros sujetos mediante la auto-asignación de un repertorio de atributos  culturales generalmente valorizados y relativamente estables en el tiempo.
 
Aunque luego matiza que la auto-identificación del sujeto requiere ser reconocida por los demás sujetos con quienes interactúa para que exista social  y públicamente. “Por eso decimos que la identidad del individuo no es simplemente  numérica, sino también una identidad cualitativa que se forma, se mantiene y se manifiesta  en y por los procesos de interacción y comunicación social”, dice.
 
Para el experto “nuestra identidad es una “identidad  de espejo” (looking glass self:), es decir, que ella resulta de cómo nos vemos y cómo nos  ven los demás. Este proceso no es estático sino dinámico y cambiante la identidad de los individuos resulta siempre de una  especie de compromiso o negociación entre autoafirmación y asignación identitaria, entre  “autoidentidad” y “exoidentidad”. De aquí la posibilidad de que existan  discrepancias y desfases entre la imagen que nos forjamos de nosotros mismos y la imagen que tienen de nosotros los demás”.
 
Así, concluye, la fuerza de una frontera étnica puede permanecer  constante a través del tiempo a pesar y, a veces, por medio de los cambios culturales  internos o de los cambios concernientes a la naturaleza exacta de la frontera misma. “Esto no significa que las  identidades estén vacías de contenido cultural. En cualquier tiempo y lugar las fronteras identitarias se definen siempre a través de marcadores culturales”, finaliza.
 

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