En relación a la decisión ¿Acepto mi homosexualidad? esta es una opinión de José Lázaro

Imagen de José Lázaro

Esta es mi opinión de experto

Sí. Negarse a aceptar lo que realmente se desea o se siente es el camino hacia la frustración y hacia la existencia falsa. La inmensa variedad del deseo humano, mientras no provoque daños, es enriquecedora.

A diferencia de las puras necesidades fisiológicas que tenemos en común con los animales prelingüísticos, los humanos disponemos de una fantasía y una capacidad simbólica que amplían enormemente el ámbito del deseo. Hay deseos patógenos, que producen daño al sujeto o al objeto del deseo: los autodestructivos, los sádicos y los crueles son ejemplos evidentes. Pero, en el resto de los casos, la variedad de los deseos capaz de conducir a experiencias placenteras y gratificantes es inmensa en el humano, hasta el punto de que se puede ilustrar con toda la producción artística de tipo plástico o narrativo: en ella se expresa el deseo de belleza y el deseo de saber.
Muchos sistemas de creencias imponen a sus miembros limites entre los deseos que consideran aceptables y proscritos, especialmente a los referentes a la alimentación y a la sexualidad. Quien se identifica con uno de esos sistemas de creencias hará bien en respetar los límites que su comunidad ha establecido, puesto que al socializarse en ella los habrá interiorizado (formando la “conciencia moral” de los predicadores, el “super-yo” de los psicoanalistas) y violarlos le provocará culpa y remordimiento.
Por el contrario, quien no comparta ese tipo de tabús culturales y religiosos puede disfrutar libremente de la satisfacción de sus deseos homosexuales, heterosexuales u omnisexuales con placer y satisfacción. Al menos si es capaz de gestionar con acierto los vínculos afectivos que la sexualidad conlleva y evita que se conviertan en fuente de dolor, con lo que se volvería a caer en la única contraindicación del deseo sexual entre adultos: los daños colaterales.
Dice un verso de William Blake: “El que desea y no obra engendra pestilencia”. Se podría completar diciendo: “El que desea, obra y daña engendra sufrimiento”. Pero el que sabe orientar su deseo para deleitar disfrutando consigue sortear ambos peligros.

Comentarios
Miércoles, 06 de Abril de 2016 a las 17:01

TOTALMENTE DE ACUERDO

Miércoles, 06 de Abril de 2016 a las 17:01

TOTALMENTE DE ACUERDO

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