En relación a la decisión ¿Pensar que la mayoría de las creencias nos las han inculcado otros? esta es una opinión de José Lázaro

Sí

• José Lázaro
• Profesor de Humanidades Médicas, UAM. Escritor.

Esta es mi opinión de experto

 
Si se admite que las ideas sobre la realidad son resultado del análisis racional y los conocimientos científicos proceden de la comprobación experimental, tanto unas como otros se sitúan en el plano de lo cognitivo. En ese plano se aprende progresivamente y se argumenta lógicamente. Es cierto que los conocimientos y argumentos racionales están siempre condicionados emocionalmente, pero esa distorsión emocional se encuentra limitada, vigilada y controlada por la propia argumentación, por la racionalidad.
 
Tanto la crítica de los demás como nuestra propia autocrítica nos permite detectar (hasta cierto punto) las trampas que el pensamiento hace siempre para adaptarse mejor a los deseos, a los amores, a los odios, a la vanidad, al rencor y a los intereses más o menos confesables. El pensamiento y la ciencia tienen incorporado un mecanismo de control (externo e interno) que tiende a compensar los engaños y autoengaños con que inevitablemente los afectos suelen deformar el conocimiento. El equilibrio entre (auto)engaño y (auto)crítica es inestable: a nuestro propio esfuerzo le corresponde luchar para que predomine la (auto)crítica.
 
En las creencias, en cambio, el mecanismo se invierte: es el afecto que nos vincula a lo otros lo que tiende a facilitar el contagio de las creencias entre unos y otros. Puede decirse que tendemos espontáneamente a creer las cosas que creen las personas a las que queremos y a rechazar las creencias de aquellas otras personas que nos resultan hostiles. O bien, diciéndolo de otro modo, tendemos a querer a los que comparten nuestro sistema personal de creencias y a rechazar a los que creen en otro tipo de cosas. Por eso resulta tan grata la compañía de las personas con las que nos sentimos identificados, pero hay que hacer un esfuerzo para no sentir rechazo por los que tienen una forma de ser y de pensar muy distinta de la nuestra. De nuevo el pensamiento racional tiene que luchar, a través de la crítica, para que nuestros afectos no ofusquen nuestra lucidez.
 
Podría decirse que nuestras ideas las elaboramos en confrontación (argumental) con los otros mientras que nuestras creencias las asumimos por comunión (emocional) con los otros. Pero ni ideas ni creencias surgen en nuestro interior por generación espontánea: todas ellas son el resultado de nuestra interacción con los otros.